39 años, que se dice pronto, son los que cumple ya Roger Federer. Su figura es sinónimo de eternidad, de lo que los angloparlantes llamarían forever. Y al juntar »Federer» con »forever», se consigue una curiosa rima asonante, que en cierto modo ofrece un breve y preciso diagnóstico de lo que supone en su conjunto el mago suizo para la gente.
Y sí, muchos sufrirán (sufrimos) al pensar que Roger ya está al borde de los 40. Probablemente la totalidad de sus fans, que anhelan (anhelamos) los tiempos en los que el mancebo Federer campaba a sus anchas por las pistas de tenis sin encontrar rival que pudiera plantarle cara. Pero tempus fugit; el tiempo vuela, y Roger ya no tiene 20 años, ni 25, ni 30, ni 35. Y con toda la ristra de años que ha dejado ya atrás, más que agradecidos deberíamos estar de seguir teniendo la oportunidad de disfrutar de su tenis.
Este atípico 2020 en el que tiene lugar el 39º cumpleaños de Roger Federer, ha sido quizás, junto a 2016, el año más duro de su carrera. En este curso, apenas ha podido disputar un torneo oficial (el Open de Australia); y a pesar de llegar a semifinales en él, dejó muy malas sensaciones, venidas a más por su maltrecha rodilla, de la que se operó el pasado febrero. Del mismo modo, tuvo que someterse a otra cirugía a comienzos de 2016, en este caso del menisco. Después, la espalda lo apartó de Roland Garros, y otra lesión en la rodilla concluyó su temporada tras Wimbledon.
Federer entiende de regresos
En cambio, después de estar parado más de 6 meses en 2016, supo regresar como lo que es, un estoico. Su 2017 pasará a los anales de la historia como una de las mejores temporadas que se le recuerdan a un jugador de más de 35 años. Desde el inicio de aquel año, Roger ofrecería una de sus mejores versiones, ganando Australian Open en una gran final a Rafa Nadal, y a posteriori Wimbledon casi sin despeinarse; además de los Masters de Indian Wells, Miami y Shanghái. Si hizo eso con 35-36, quien confíe de verdad en Roger, tiene que pensar que puede hacerlo con 39-40. Porque si algo no tiene Federer, es motivos para desconfiar de él.
Aunque no todo puede ser positivismo, y la realidad nos transporta al mencionado atípico año 2020, que puede mantener la etiqueta de »extraño» en 2021, y retrasar la vuelta de Federer, que prevé jugar el próximo Australian Open. Si consigue volver al 100%, Roger es candidato a todo, sea cuando sea. Los objetivos no paran para el de Basilea, y en su horizonte debe estar el primer Oro olímpico individual, que podría conseguir en Tokio, o el noveno Wimbledon. El tiempo dirá a cuánto acaba ascendiendo el palmarés de Federer, pero, lo que ya no va a cambiar el tiempo, es que el genio suizo sea considerado por el mundo del deporte, y seguramente del arte, como una auténtica leyenda sin igual.