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Massú: «Nunca me ha faltado la pasión, es mi manera de vivir»

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Massú en el palco durante un partido de Roland Garros 2019 | Foto: zimbio.com

El chileno, actual entrenador de Dominic Thiem, charló con la web oficial de la ATP en la que explicó su metodología, tanto como entrenador como de jugador, y de dónde le viene ese carácter tan aguerrido, cuyo origen se remonta, nada más y nada menos, a la Segunda Guerra Mundial con sus abuelos maternos.

Desde enero de 2019, Dominic Thiem se encuentra al frente de la lista de jugadores con más victorias frente al denominado Big Three (Federer, Nadal y Djokovic). Una de las principales razones de su éxito, si no la más importante, reside en su actual entrenador: Nicolás Massú. Antes de 2019, el récord de Thiem frente a los tres mejores jugadores de todos los tiempos era de 7-15. Nada mal, pero desde que el chileno cogió sus riendas, lo ha mejorado hasta un 14-18.

El estudio de los rivales, primordial para Massú

Tanto como jugador como ahora en su faceta de técnico, el chileno siempre se ha mostrado muy riguroso y concienzudo en lo que respecta a los análisis de sus rivales. Además, cuenta con la ventaja de que él mismo ya se enfrentó a muchos de ellos, incluido el Big Three, como jugador. «Yo tuve la oportunidad de jugar contra cada uno de ellos. Trato de traspasar esa experiencia a Dominic. El tenis ha evolucionado mucho, no queda otra que seguir estudiándolos. Son los jugadores que más he analizado en mi vida, ya que, si no lo haces puedes despedirte de lograr la victoria«, explicó Massú en declaraciones a la web oficial de la ATP.

Diferentes rutinas de análisis

El chileno se adapta en las circunstancias. Ya sea en una habitación de hotel de la sede de algún torneo, o en sus residencias de Santiago y Miami. Cualquier lugar sirve para para conocer en profundidad al enemigo. A través de verlos en directo por televisión, o repasar partidos pasados de ellos por Youtube. También en las estadísticas y la prensa, con reportajes en las webs más especializadas del deporte de la raqueta, se apoya Massú para realizar su trabajo con la mayor meticulosidad posible.

«Desde muy joven siempre me gustó analizar a mis rivales. Pasaba muchas horas viendo en el club cómo jugaban, tanto el jugador contra el que me iba a enfrentar al día siguiente como otros con los que chocaría en el futuro. Memorizaba sus últimos resultados, el ranking que tenían, lo quería saber todo sobre ellos. Siempre trataba de averiguar las nuevas tácticas que aprendían los jugadores top, pero también indagaba sobre otros no tan conocidos. Como entrenador, sigo siendo igual, me gusta estar al tanto de cada detalle. Además, ahora tenemos la ayuda de la tecnología, lo cual hace bastante más sencillo nuestro trabajo», sostuvo.

Sacar el lado positivo a todo

De todas esas rutinas es donde han surgido las posteriores estrategias que ha permitido a su pupilo llegar al top3 del ranking mundial. A veces, las anota en su agenda, otras en el móvil y finalmente, algunas las guarda en su memoria, prodigiosa y capaz de recordar cualquier mínimo detalle. Más tarde y dependiendo del estado anímico en el que se encuentre Thiem, se las pasa de forma dosificada o todo de golpe.

«Es entendible que tanto Federer, Nadal como Djokovic te exijan más que el resto. Por ello, siempre trato de repasar qué clase de cosas se pueden mejorar, las que se hicieron bien, qué falto, etc. Me gusta aprender de las victorias, obviamente, pero también hay que hacerlo de las derrotas, que duelen más pero a la larga te harán más fuerte. Si cuando pierdes, te da lo mismo o no te hace sentir algo, no tendrás nunca ese fuego interno para querer salir todos los días a comerte el mundo. Desde que estoy con Dominic, las alegrías han sido mucho mayores que las tristezas. Su récord contra el Big Three en los últimos meses le tiene que dar mucha confianza. Si estamos ganando a los tres mejores de la historia, eso quiere decir que vamos por buen camino», siguió explicando Massú a la ATP.

Influencia de sus abuelos maternos

Toda esa rigurosidad, ese afán por estar pendiente de que todo salga perfecto y de lo que se está beneficiando ahora Thiem, le viene a Massú de la pasión y la perseverancia que le inculcaron sus mayores cuando era niño. Para encontrar de donde viene esa motivación para no rendirse nunca hay que remontarse a la Segunda Guerra Mundial. Sus abuelos maternos, Ladislao Fried y Veronika Vegvari, ambos húngaros, lograron escapar de los terribles campos de exterminio nazis de Auschwitz en los años cuarenta para iniciar una nueva vida en la ciudad chilena de Viña del Mar.

«Fueron capaces de sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial y desde que era niño, me contaron todo lo que sufrieron. Poco a poco fui entendiendo. Mi abuelo, que murió hace siete años, fue la persona que me enseñó a jugar al tenis. Él siempre me decía que en la vida había que luchar, dedicarse a ello en cada momento. Él siempre me animaba, confiaba en mí. Por eso pensé que si mis abuelos fueron unos luchadores, yo también debía serlo«. 

Otras personas importantes en su vida

Sus padres, Manuel y Sonia, tampoco le eximieron de la exigencia, pero sin que eso llegara a convertirse en un problema. Más tarde, Massú coincidió con una de las personas que él considera más importantes a la hora de adquirir ese carácter irreductible y luchador: Leonardo Zuleta, su entrenador de los once hasta los 21 años.

«Siempre me decía: Hasta que no se pierda el último punto, no se pierde el partido. Siempre estuve rodeado de gente positiva, con ganas de cumplir sueños y de ser alguien en la vida. Cuando estás con gente así, luchadora y con gen ganador, eso ayuda mucho. Me lo inculcaron desde pequeño, me salió de forma natural».

Su naturaleza: dar siempre el máximo

Ha pasado mucho tiempo, pero Massú nunca olvida de dónde viene y dónde lo aprendió todo. A día de hoy, sigue aplicando todas esas enseñanzas y las reafirma cada vez que pasa por delante de la casa de sus abuelos en Viña del Mar, donde todavía vive su abuela, con más de 90 años pero todavía con ese número atroz marcado en su antebrazo que recuerda el valor que tuvo al poder escaparse de aquel Holocausto. Inspirado en su ejemplo, Massú dedicó toda su carrera como tenista a intentar ser el mejor. Ahora también lo intenta como entrenador con una seña de identidad: no rendirse nunca.

«Puedes ganar o perder, pero tengo la tranquilidad de haber dado siempre el máximo. Siempre intenté mejorar, exigirme, y siendo muy autocrítico conmigo mismo, tratando de dar un paso más allá. Nunca me ha faltado la pasión, sigo manteniendo mucha, esa es mi manera de vivir», sentenció.

 

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