En 2016, Mónica Puig llegaba a Río en busca de un sueño que días más tarde se concretaría en una final soñada: la tenista sanjuanera se llevó la primera medalla dorada en la historia de los Juegos Olímpicos para Puerto Rico. En el día de su cumpleaños, repasamos la campaña gloriosa que hizo ilusionar a toda Latinoamérica.
La prueba de fuego
Mónica Puig arribaba a los Juegos de Río 2016 lista para rendir su prueba de fuego: debutar como deportista olímpica dentro del cuadro individual femenino frente a Polona Hercog de Eslovenia. Tras sellar su exitoso arranque con un 6-3; 6-2, la puertorriqueña aguardaba en la siguiente instancia por Anastasia Pavlyuchenkova. El cruce con la jugadora rusa finalizó con un resultado numérico idéntico al de su estreno. “No tenía ninguna expectativa de hacer nada más que ganar una ronda o dos”, declaraba la oriunda de San Juan a la WTA.
Garbiñe Muguruza, tercera sembrada en el evento olímpico y campeona meses atrás en el Abierto de Francia, era la contrincante que esperaba en la tercera ronda como gran favorita frente a Puig. Sin embargo, la confianza y el nivel en alza de la tenista que en aquel momento ocupaba el puesto Nro. 34 del ranking marcó la diferencia. ¿La clave de la victoria? 6-1; 6-1. Cifra que se repetiría en el choque de cuartos de final versus Laura Siegemund de Alemania.

El triunfo histórico
“En cada partido mejoraba. Comencé a ser más rápida y empecé a creer aún más en mí misma. Con cada partido que ganaba, seguía aprendiendo y seguía creciendo”, decía Mónica al finalizar su campaña. Una frase que resume lo sucedido en las últimas rondas: en semifinales derrotó a Petra Kvitova y en el partido que definiría a la nueva campeona olímpica se impuso contra Angelique Kerber.
“Al final del día, tengo que pensar que hice algo hace cinco años que permanecerá conmigo por el resto de mi vida”. Un sueño que ingresó en la historia del olimpismo y que motivó a colegas de distintas partes del mundo: Puig llevó a Puerto Rico a lo más alto del podio por primera vez en la historia.