Hace tiempo que la tecnología ha servido como un claro auxilio ante la imposibilidad del ojo humano de ser siempre correcto. Y es que la principal característica del hombre es esa: la imperfección.
El tenis tiene algo que muy pocos deportes poseen: una última oportunidad. Un punto puede cambiarlo todo; de lamentar un quiebre en contra a gozar un punto para partido a favor. Aunque tiene un margen mínimo de error, el Ojo de Halcón ha traído justicia a las pistas. En ocasiones corrige la visión de los jueces de silla y a veces respalda una decisión acertada.
Sin embargo, la tierra batida ha prescindido de cualquier tecnología para dictar si alguna pelota es buena o mala. La decisión de los jueces de línea, y especialmente la del juez de silla, es inapelable. Uno supondría que no debería existir incertidumbre porque la arcilla revela el pique de cada pelota, pero aún así, el tenis no ha terminado de eliminar la polémica en ese sentido.
Karolina Pliskova y Maria Sakkari jugaban en la segunda ronda del Premier de Roma. La checa servía 5-5 en el tercer set y estaba 40-40; una bola de Karolina ha sido claramente buena pero la jueza de línea la ha cantado como mala. Después de una discusión que involucró hasta la supervisora de la WTA, la decisión se mantuvo y Pliskova terminó perdiendo el juego, y después el partido.
El caso de la ex número uno del mundo no es aislado. La temporada pasada, David Goffin sufrió una injusticia de la misma índole ante Rafael Nadal en Montecarlo. Y como ellos, un sinnúmero de jugadores ha tenido que padecer la incorrecta decisión de cualquier juez que se haga responsable por un fallo en contra.

¿Necesario el Ojo de Halcón en tierra batida?
La solución sigue el otro ojo, el que se equivoca menos. Aún sobre polvo de ladrillo, donde pareciera que la tecnología no se requiere para salir de dudas, también se ha demostrado que la humanidad de los jueces sigue pesando demasiado. La única manera de acercarse a la justicia es cargarla del lado de un ente que no tiene vida propia.
Después de todo, si en Madrid se utiliza la tecnología para simular un volado, algo que cualquier persona puede realizar, ¿por qué no habría de utilizarse para algo mucho más complejo y relevante como la decisión de un punto? Dicho sea de paso, el Ojo de Halcón evitaría que cualquier culpa cayera sobre los hombros de un juez que, irónicamente, lo único que busca es hacer justicia.