Copa Davis Opinión

La Armada Española en Lille: historia de una debacle

Los integrantes de la Copa Davis posan con el título de la Copa Davis
Los integrantes de la Copa Davis posan con el título de la Copa Davis | Foto: daviscup.com

No fue la despedida soñada de España en la Copa Davis. Ni mucho menos. Los cinco títulos en doce años quedarán para siempre en la retina de los aficionados y cada uno de los miembros de la Armada. El brillo de una generación de oro que se apaga, aunque aún quede una luz tenue. ¿Será este el fin de una generación de tenistas que defendieron la malla roja y gualda como nunca nadie lo hizo? ¿Quién es el responsable, si lo hubiere?

Si fuésemos resultadistas, el fin de semana de Copa Davis habría sido pésimo. Incluso siendo amantes del buen juego, intercambios y emoción, el halago hacia la selección española queda prácticamente agazapado. En ninguna de las modalidades, ni en individuales ni en dobles, hemos podido ni tan siquiera soñar con la victoria en territorio comanche. El que más se acercó fue Roberto Bautista, batallador ante un Pouille que partía con la vitola de claro favorito. La lesión de Carreño durante el primer encuentro y en el contexto que se dio fue la gota que colmó el vaso de la actuación española, que no levantó cabeza en la totalidad de la eliminatoria. Intrascendentes son las victorias de Albert Ramos y Marcel Granollers en el cuarto y quinto encuentro, que no sirven ni de consolación.

La pesadilla de los dobles

Tras las dos derrotas de individuales, llegaría el duelo de dobles, donde España debía tratar de levantar algo la eliminatoria ante una gran pareja como son Mahut y Benneteau. No obstante, desde el comienzo se esclareció lo que sería en definitiva un duro varapalo para el dúo formado por Feliciano y Granollers. Un 6-0 en los primeros 18 minutos de encuentro dejaron tiritando a los españoles, que no pudieron reponerse en ningún momento del encuentro y perdieron los dos siguientes sets por 6-4 y 7-6, impotentes y con una actitud algo por debajo de la requerida.

Feliciano y Granollers hablan con Sergi Bruguera durante los dobles ante Francia
Feliciano y Granollers hablan con Sergi Bruguera durante los dobles ante Francia | Foto: @daviscup
¿Quien es el culpable?

Tal vez todos, tal vez nadie. No parece correcto tildar de culpable a nadie en una época tan gloriosa para el tenis español. ¿Podrían haberse hecho algunas cosas mejor? Sin duda. Durante los años en los que Rafael Nadal y David Ferrer estuvieron ambos entre los 3 mejores tenistas del mundo, y donde el dueto de dobles era más que solvente, daba la sensación de que una dedicación completa hacia la copa Davis sería un camino aplastante de España año tras año, secundados de grandísimos actores de reparto como Robredo, Verdasco y Almagro entre otros.

No obstante, el cargado calendario de la ATP en individuales y el formato de la Davis en cuanto a fechas y superficies nunca ayudó a los tenistas a la hora de disputar la competición por equipos. Dentro de este matiz, la importancia de la competición individual siempre estuvo bastante más ponderada que la competición por equipos, que no otorgaba el suficiente número de puntos ni la compensación económica suficiente que sirviesen de incentivo a los tenistas, apelando más a la emotividad que a la razón.

Otro de los puntos negros dentro de este glorioso periodo fue el descenso al Grupo Mundial, capitaneados por Carlos Moyá. El legendario tenista mallorquín aceptó con gran esperanza un puesto que deterioró su ilusión según pasaron los meses. Llegó a quejarse del compromiso de varios tenistas, tras el aún doloroso descenso en Brasil. La solución tampoco fue la mejor, ante la dimisión de Moyá y el extraño nombramiento de Gala Leon como capitana del equipo, generando un debate interno entre los jugadores y el por entonces presidente de la Federación. Un esperpento que terminó por no llevar a ningún sitio y generando un debate sexista completamente fuera de lugar. Y fue Conchita Martínez quien capitaneó al equipo que logró devolver a España a la categoría de la que nunca debió salir.

Ya en Abril del presente año, España nos logró ilusionar una vez más. En la colorida plaza de toros de Valencia logramos respirar una vez más el ambiente de la Davis, único en su especie. Y en una eliminatoria donde la épica de Rafael Nadal y la última bala de David Ferrer nos hizo vibrar a todos, superando a una aguerrida Alemania.

Carlos Moyá con Roberto Bautista durante un partido de Copa Davis
Carlos Moyá con Roberto Bautista durante un partido de Copa Davis | Foto: www.rtve.es
Fin de ciclo

El momento que nadie quería ver se precipitó en Lille, donde el equipo español se sintió completamente vacío con la baja de Nadal. No será el final soñado ni mucho menos, pero sólo queda dar las gracias a todos y cada uno de los que pusieron su granito de arena durante una época gloriosa. Desde la magia en la Cartuja, donde un jovencísimo Nadal lograba vencer al gran Roddick y Moyá levantaba la deseada ensaladera, pasando por mar de plata, lugar en el que Verdasco vencía a la adversidad gracias a su inmenso talento. Sin olvidar tampoco el triunfo ante argentina, donde un partido épico de David Ferrer ante Del Potro y un inconmensurable Nadal lograban la quinta ensalaldera para España.

A todos ellos, gracias por su dedicación e ilusión. Tan sólo queda vislumbrar como funcionará el nuevo formato por equipos y quienes serán los tenistas que representarán a la Armada durante los años próximos. Los Munar, Carballés y compañía serán a priori los que intentarán mantener, en un futuro no muy lejano, el sueño del que nunca nos hubiera gustado despertar

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