Opinión

El discurso del Rey

Federer emocionado en el Open Australia 2018
Federer emocionado en el Open Australia 2018 | Foto: www.ausopen.com

Debe ser especial jugar en la Rod Laver Arena. No eran ni las diez de la mañana en España cuando Roger Federer ya dominaba la primera manga del partido, con la elegancia que siempre le caracteriza, pero también con el aplomo y contundencia del ganador nato que es.

La acumulación de años en la élite del tenis consumen hasta la última gota de energía, pero el suizo logra seguir deslizándose por la pista como si el tiempo no pasara por él.

La franja que separa a Federer de la perfección es tan sutil que parece hasta invisible. Un tipo que es capaz de hacer fácil lo difícil, que logra jugar con una intensidad tremenda sin derramar ni una sola gota de sudor. Y con una gestión más que óptima de sus emociones.

Roger Federer con el título del Open Australia 2018
Roger Federer con el título del Open Australia 2018 | Foto: www.ausopen.com

Pero fue en Australia, tras un partido rozando lo épico, donde el suizo rompió a llorar. De nuevo sucedió allí, en Melbourne, como en aquella final ante Rafael Nadal donde Roger se desmontó, pero esta vez abrazando el trofeo de campeón.

Protagonista de un discurso que desnudó sus emociones ante el mundo. Y todo ello delante de una grada que estalló en aplausos de reconocimiento, incluido el propio Rod Laver, conscientes de que algún día el genio no volverá a vestir de corto en una pista de tenis.

Y regalando un pequeño gran homenaje a un tenista único. Que logró despegar la irreal etiqueta de perfección que nunca quiso tener. Y que nos enseña que ser el mejor de todos los tiempos es compatible con ser un tipo normal.

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