A causa de la pandemia del COVID-19 y por cuestión de reformas, el Grand Slam parisino lucirá un aspecto muy diferente al que nos tenía acostumbrados, destacando su celebración en pleno otoño, la presencia de un número muy limitado de público en las gradas que serán 1000 personas por día y el espectacular techo con el que contará, por fin, la pista central Philippe Chatrier, entre otros cambios.
Ya con el sorteo de ambos cuadros individuales realizado, el masculino y el femenino, respectivamente, sólo falta que la edición de Roland Garros 2020 eche a andar este próximo domingo 27 de septiembre. Sin embargo, habrá muchas cosas que nos serán diferentes con respecto a años anteriores. La pandemia del coronavirus ha trastocado bastante los planes de la organización, teniendo que aplazar la celebración del torneo, que normalmente tiene lugar de finales de mayo a principios de junio, hasta este mismo otoño recién comenzado.
La restricción de aforo será otro complejo asunto con el que lidiar, así como el cambio de bolas o la adaptación al nuevo y flamante techo retráctil que lucirá la pista Central Philippe Chatrier, según una información recogida por el diario AS. Todo ello también se desgrana a continuación en nuestra web.
Un Roland Garros en pleno otoño
En una medida arriesgada e impopular, pero que aceptaron tanto la ATP, como la WTA y la ITF, la organización vio esta opción como la única posible para no tener que cancelar el torneo, algo que hubiera supuesto un desastre económico sin precedentes. De esta manera, el torneo dará comienzo el próximo 27 de septiembre y finalizará el domingo 11 de octubre.
Público sí, pero muy limitado
A diferencia del US Open, Roland Garros sí contará con la presencia de aficionados en sus gradas. Eso sí, será en una cantidad muy limitada, de apenas 1.000 espectadores como máximo. En un principio, la organización del evento estaba dispuesta a llegar a un 30% del aforo total. Obviamente, los estragos de la pandemia del COVID-19 les han obligado a ser realistas y tener que conformarse con la mínima cantidad posible tras una orden del gobierno francés de reducir la presencia de público en eventos multitudinarios en diferentes regiones francesas, entre las que se encuentra la capital París, a los 1.000 espectadores.
Guy Forget, actual director del torneo, ha luchado hasta el último día por lograr una exención para el torneo parisino, pero lamentablemente, la orden es clara y así lo confirmó el primer ministro francés, Jean Castex, en el día de ayer.
Cambio de bolas
Un aspecto que afecta ya al plano puramente deportivo. El año pasado finalizaba el contrato del torneo con Babolat, la marca de bolas que patrocina a Rafa Nadal con raquetas y material, y no se ha renovado. Por lo tanto, en esta edición Babolat será sustituida por Wilson, una marca de pelotas dirigida más hacia los tenistas con juego más plano y con menos efectos, lo cual puede perjudicar al estilo del manacorí, acostumbrado a hacer daño a sus rivales con su top-spin y sus golpes con más altura.
«Creo que jugar con frío y en ocasiones de noche, dará más esperanza a los rivales de Nadal. Saben que la bola no va a botar tanto cuando él use su derecha. Eso es algo bueno, por ejemplo, para el revés de Thiem, de Djokovic y de muchos otros. Tendrán la posibilidad de dar a la pelota por debajo de los hombros, no les llegarán tiros de Nadal con tanto top-spin y altura», declaró Mats Wilander, ex tenista sueco y colaborador de Eurosport, también al diario AS.
Primera vez con techo
Esta era una medida que se demandaba ya desde hace varias temporadas. Hasta este año, Roland Garros era el único torneo grande sin techo retráctil en su pista central, un techo del que podrán hacer gala en la edición de este año. Esto hará que las condiciones sean más lentas que al aire libre pero también permitirá un golpeo más limpio a la pelota, favoreciendo a los jugadores que jueguen más plano y que sufren con el viento y condiciones similares.
Luz artificial
Otra de las múltiples reformas de Roland Garros será la instalación de luz artificial en varias pistas del recinto. De esta manera, ya no habrá que aplazar multitud de partidos por falta de luz, permitiendo sacar adelante las jornadas sin mayores contratiempos, sobre todo, las primeras donde la cantidad de encuentros es muy superior a la de jornadas posteriores.
Un Grand Slam sobre tierra tras otro en cemento
La pandemia obligó a comprimir el calendario al máximo y una de las consecuencias de dicha medida ha sido disputar dos Grand Slams en apenas cuatro semanas. Será un reto verdaderamente complicado pasar de jugar en pista dura a hacerlo en tierra batida, especialmente para aquellos, como por ejemplo, el ruso Daniil Medvedev, que no son grandes especialistas sobre polvo de ladrillo. Los dos recientes finalistas del US Open, Dominic Thiem y Alexander Zverev, llegarán a París sin haber disputado un sólo partido sobre arcilla, lo cual también dificultará su adaptación al último Grand Slam del año.