En una emotiva carta publicada en la web oficial de la ATP, el tenista serbio se abre al mundo detallando cómo fue su infancia, sus inicios en el tenis y cómo afrontó la muerte de sus padres, ambos fallecidos de cáncer, además de recordar lo que sintió al ganar el título más importante de su carrera, el ATP 500 de Río de Janeiro en 2019.
El 24 de febrero de 2019, Laslo Djere alcanzaba el punto más álgido de su carrera como tenista, conquistando el primer título ATP de su carrera, todo un ATP 500 en Río de Janeiro. Lo que mucha gente no sabía es lo duro que había tenido que trabajar el serbio para llegar a ese punto y las dificultades que tuvo que afrontar en el camino, incluido el fallecimiento de sus padres, ambos víctimas de un cáncer de colon. De todo ello deja constancia en una emotiva carta publicada en la web oficial de la ATP.
Una final muy dura psicológicamente
«Se supone que tienes que estar calmado y seguro de ti mismo justo antes de afrontar el momento más importante de tu carrera, ¿verdad? Pues yo no lo estaba, me encontraba hecho un manojo de nervios. ¿Iba a estar preparado para jugar mi primera final ATP tan sólo dos meses después de la muerte de mi padre? No era una cuestión de dudar de mí mismo, yo realmente creía en que podría ganar ese partido. Pero mientras iba caminando hacia la pista central, con el sol brillando y los fans aplaudiendo, mi cabeza se fue hacia otra parte».
«¿Qué estarían pensando mis padres? ¿ Qué es lo que me dirían? ¿Estaría mi padre, el hombre que siempre había estado a mi lado durante toda mi carrera, satisfecho? No importaba las veces que había intentado volver a concentrarme en el presente, no lograba estar plenamente concentrado para el partido. Durante toda mi vida, mis padres y yo trabajamos para que este momento llegase. Desde los cinco años, mi padre me lo enseñó todo sobre el tenis. Siempre estuvo a mi lado, viajando conmigo, enseñándome y ayudándome todo el tiempo. Hasta solamente unos meses, casi todos los recuerdos que tenía sobre el tenis incluían también a mi padre».
Los inicios por Serbia junto a su padre
«Pero la vida cambia muy rápido, y he tenido que aprender a apreciar todo, incluyendo algo tan inusual como jugar una final de un ATP 500. Incluso con tanta adrenalina que llevaba conmigo, fui capaz de encontrar algo de tranquilidad durante la final. Sabía que, aunque mis padres no estaban esa noche en la pista, me estaban viendo, seguro».
«Mi padre, Caba, nunca tuvo el sueño de jugar al tenis de pequeño. Lo suyo era más el fútbol, jugó en el equipo local de mi ciudad, Senta. Pero cuando cumplí cinco años, su pasión por el tenis me hizo querer aprender a jugar. Mi padre había crecido viendo a los mejores jugadores de su época: Sampras, Agassi, Ivanisevic… Se convirtió en un gran fan y el día en el que comenzó a aprender, yo también lo hice. Iba con él a las pistas de tierra batida, me daba una raqueta y yo me ponía a golpear pelotas frente a un muro. Finalmente, comencé a practicar en serio y tras dos años trabajando con mi padre y mi entrenador, ellos vieron que podía llegar a ser muy bueno. Así pues, mi padre y yo comenzamos a viajar por toda Serbia para disputar torneos de tenis por todo el país».
«Al menos tres fines de semana al mes, recorríamos varias ciudades de Serbia como Belgrado, Novi Sad, Kikinda, Kraljevo, Pancevo o Subotica. Mi padre conducía y yo mientras, me dormía un poco en el otro asiento. Estábamos hasta el sábado, domingo y si llegaba a la final, también el lunes».
La pérdida de su madre
«Cuando comienzas a dedicarte a los deportes a una edad tan temprana, las victorias importan más de lo que deberían y las derrotas te duelen también más de lo que podrías imaginar. Pero mi padre siempre estuvo ahí para consolarme cuando perdía y animarme cuando ganaba. Mi infancia, sin embargo, no fue todo tenis. Recuerdo las visitas que le hacía a mi abuela cuando era pequeño. Cada vez que íbamos mi hermana, Judit, y yo a su casa, ella nos daba un trozo de pan para amasar que realmente parecía plastilina. Nos pasábamos el día jugando con él, aunque no nos lo comíamos. Creo que fue aquí cuando comenzó mi pasión por la panadería».
«Mi carrera profesional, por otra parte, seguía progresando. Pero con sólo 15 años, me enteré de que a mi madre le habían diagnosticado cáncer de colon. No se pudo hacer nada. En el momento del diagnóstico, ya había metástasis. Falleció 17 meses después, con 44 años. Y yo tenía 16 y había perdido a mi madre».
El partido clave en Río
«En Río de Janeiro, ni Félix (Auger-Aliassime) ni yo jugamos un gran primer set. Pero después de cinco breaks seguidos, logré consolidarme en el marcador y llevarme el primer set. Me sentía muy contento de jugar mi primera final ATP. Eso afectaría de manera positiva a mi ranking, subiría mucho, y si lograba la victoria, mi objetivo estaría más que cumplido. Pero por alguna razón, no conseguía calmarme».
«Esa es la razón por la que trabajo con un psicólogo. Hablamos de las diferentes situaciones a las que te puedes enfrentar en un partido de tenis, cómo me siento y de qué manera puedo ser capaz de volver al presente. Por ejemplo, si me distraigo, trato de recordar alguna palabra clave o rutina que me permita volver a concentrarme en lo que estoy haciendo. O si siento miedo por algo, intentar averiguar el por qué«.
La victoria ante Thiem
«Normalmente, estas suelen me suelen suceder cuando no estoy concentrado en el presente, sino pensando en las consecuencias que habrá si finalmente pierdo ese partido. Gracias al trabajo que he venido haciendo con el psicólogo, ahora soy capaz, en cuestión de segundos, de regresar al presente. Pasé por esto durante casi todos mis partidos en Río, incluido el que jugué contra Thiem, un partido que a mi entrenador le dio escalofríos»
«Él pensaba que era una pena que ahora que estaba jugando tan bien me tocara jugar contra uno de los mejores del mundo. Pero al igual que he hecho durante toda mi vida, traté de sacar el lado positivo. Quizá esta sea una buena oportunidad para jugar frente a uno de los cabezas de serie. Tres partidos después, me encontraba en la final. 41 minutos después de empezar dicho partido, me senté en uno de los descansos y comprobé que podía respirar un poco mejor».
El año 2017
«En 2017, cinco años después de la muerte de mi madre, me encontraba en el mejor momento de mi carrera. Nosotros tres, mi padre, mi hermana y yo, habíamos poco a poco superado la muerte de mi madre. En la pista, me encontraba mejor que nunca. Llegué a cinco finales en Challengers, ganando una de ellas, mi primer título en esa categoría. Mi ranking subió como la espuma, casi 100 puestos. Por primera vez en mi carrera, me encontraba en disposición de acabar entre los 100 mejores del mundo. Sentía que todo el trabajo realizado con mi equipo y mi padre valía la pena».
«Aunque nunca fue oficialmente mi técnico, mi padre siempre actuó como tal, ayudándome y guiándome todo el tiempo. Él trazaba un posible calendario y juntos, nos sentábamos y decidíamos a qué torneos iría y cuando. También se encargaba de los viajes, comprando los billetes o decidiendo la mejor manera de ir a esos sitios. Solía estar en la mayoría de mis partidos. Le recuerdo apretando el puño cuando gané mi primer encuentro en la previa de Roland Garros 2017. Siempre sentía su apoyo, incluso cuando no podía venir, sé que me estaba viendo. Cada vez que terminaba un partido, miraba el móvil y, ganara o perdiera, lo primero que aparecía era un mensaje suyo. ¡Bien hecho, gran trabajo, felicidades! Eso solía decirme si ganaba. Si perdía, siempre trataba de animarme».
La mala noticia de su padre
«Acabé aquel año perdiendo en la previa del Masters 1000 de París-Bercy. Me fui directo a casa para comenzar la pretemporada pero antes no sin disfrutar de tiempo para relajarme. Me sentía muy agradecido de poder pasar un tiempo en casa con mi padre y mi hermana. Sin embargo, al cabo de unos días, todo volvió a cambiar. Mi padre tenía cáncer, de colón, el mismo que mi madre. El miedo volvió a atenazarme una vez más: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué suceden estas cosas? ¿Es que perder a una madre no ha sido suficiente? El dolor permaneció en mi cabeza durante semanas, quizá meses. Puede que nunca se vaya, sinceramente».
«Pero, al mismo tiempo, sentí que esto era diferente con respecto a lo de mi madre. Ahora sentía un grado de responsabilidad que no había tenido antes. Mi padre era el cabeza de familia y yo iba detrás. Tenía que mantenerme fuerte, hacerlo por él y mi hermana. La vida en el circuito no es fácil, muchos partidos y viajes. Es muy complicado, pero los 13 meses siguientes fueron muy duros. Entrenaba y competía tanto como podía»
La lucha de su padre
«Cuando llegaba a casa, sólo quería descansar, pero tenía que acompañar a mi padre a sus pruebas médicas o encargarme de hacer llamadas telefónicas acerca de ello. Quise ayudarle en todo lo que pude y demostrarle todo mi amor y mi apoyo. Quería pasar todo el tiempo que pudiera junto a él. Hice todo lo que pude, al menos, eso creo. Lo peor llegó al final. Mi padre se sometió a quimio y radioterapia, pero nada funcionó. Murió en diciembre de 2018, con 55 años. Y ahí estaba yo, con 23 años y huérfano sin padres».
«Nunca sabes cómo te vas a sentir cuando te des cuenta de que has cumplido tu sueño. Pasas horas pensando en ese momento, imaginándote a ti mismo ganando el último punto y levantando el trofeo de campeón. Pero qué es lo que de verdad se siente? En el momento en el que Aliassime estrelló su golpe en la red, me sentí aliviado. Tiré la raqueta, me cubrí la cara, dándome golpes en el pecho. No podía creerlo y señalé hacia el cielo, justo desde donde mis padres me estaban viendo».
El apoyo de sus compañeros
«Quiero dedicar este título a mis padres. Perdí a mi madre hace siete años, quiero dedicarle esto a ella». «La gente no paraba de apoyarme». «Y también a mi padre, se fue hace sólo dos meses… Mis padres siempre tuvieron un gran impacto en mi carrera, y es por ellos por los que estoy aquí y ahora hablándoles a ustedes«.
«Las respuestas desde que decidí compartir mi historia me abrumaron bastante. Hubo mucha gente, incluido mi compatriota Novak Djokovic, que me apoyó. Él lo hizo por Twitter, según creo, yo todavía no lo tengo. También Nick Kyrgios fue a verme en Indian Wells y me dio un gran abrazo. No tenía planeado mencionar a mis padres durante la entrega de premios, pero sentía la responsabilidad de tener que compartir mi historia. Espero ser un ejemplo para mucha gente que haya estado en esta misma situación».
Trabajar duro para conseguir una recompensa
«Si crees de verdad en algo y trabajas duro, lo bueno llegará enseguida. Si eres lo bastante fuerte, podrás lograr cosas extraordinarias. Yo he podido hacerlo, así que estoy seguro de que cualquiera también podrá. Pienso en mis padres cada día. Ellos me educaron a su imagen y semejanza, tanto en la manera en la que trato a los demás como en mi faceta profesional. Juego al tenis por mi padre, pero también soy un apasionado de la panadería por el lado materno».
«Sé cuál es mi propósito en esta vida. Tengo que seguir jugando al tenis y continuar con el trabajo que mi familia empezó hace ya 20 años. Aunque a veces siento que ya soy muy mayor, quizá por todo por lo que he pasado. Pero sé que no soy la persona más desgraciada del mundo. Hay mucha gente con problemas más graves que los míos, no es fácil para nadie».
«La vida sigue, así de sencillo. Claro que echo de menos los mensajes de mi padre después de los partidos y el amor y el apoyo de mi madre. La vida sería mucho más fácil con ellos a mi lado. Pero sé que algún día yo también me iré. Ninguno de nosotros vivirá para siempre y simplemente quiero utilizar el tiempo que tengo de la mejor manera posible. Volveré a ver a mis padres, tanto si quiero como si no. Pero mientras esté aquí, sólo quiero asegurarme de dar el máximo posible para que ellos se sientan orgullosos de su hijo«.