La baja de Novak Djokovic de la ATP Cup de Sídney acrecienta los rumores de una posible ausencia en el Open de Australia. El serbio, que tendría que revelar si está vacunado contra el COVID (y estarlo) para jugar en Melbourne, se entrena a alta intensidad en las pistas duras de Puente Romano en Marbella. Y con las bolas oficiales del Open de Australia.
El culebrón del invierno (o del verano australiano) lo lleva protagonizando desde hace varias semanas Novak Djokovic. Para conocer el origen de esta historia hay que remontarse al inicio de la pandemia, cuando Nole, del que ya conocíamos su gusto por la medicina alternativa, dijo que si en algún momento le obligaban a vacunarse “tendría que tomar una decisión”. Casi dos años después, ese momento parece haber llegado.
Nadie entra en Australia sin estar vacunado, o sin una exención médica que parece poco probable en su caso. Desde las antípodas, hay quien habla de “cuestión de Estado” al respecto. Djokovic, muy querido en Australia, tiene a tiro el récord de Grand Slams, causa de peso, a priori, para pensar en vacunarse. Con Rafa Nadal en liza —que si todo va bien lo estará— y la oportunidad del manacorí de quitarle ese récord, y el de ser el único jugador con doblete en cada Major; no parece razonable, en un animal competitivo de la talla de Djokovic, pensar en no comparecer a la lucha.
El pulso trilateral entre Djokovic, Tennis Australia y el Gobierno estatal australiano parece ir más allá de lo tenístico y de lo sanitario, sobre todo por la parte de Novak. El balcánico es una figura mediática de fuerte calado en la sociedad (sobre todo en su país, donde la tasa de vacunación está en un 46%), y su postura para con la supuesta libertad de no vacunarse ha estado clara en todo momento. “No tengo por qué decir si me vacuno o no, mi salud es privada”, argumentaba el número uno a finales de 2021. Pero, si estuviera vacunado, ¿pesarían tanto sus principios como para perderse el Open de Australia que le puede convertir en el indiscutible mejor tenista de la historia, simplemente por no reconocer abiertamente que lo está?
Las opiniones al respecto son dispares, aunque el Primer Ministro de Australia ya ha sido lo suficientemente claro: Djokovic no va a recibir trato de favor alguno —léase exención médica— que le permita entrar en Australia sin estar vacunado. La situación es dramática, y parece que lo seguirá siendo durante unos días más. Sea como fuere, en todo momento la pelota estará en el tejado de Djokovic. Él y sus principios son los únicos que le prohíben que juegue en Melbourne, pues, al fin y al cabo, las leyes son iguales para todos. Menos mal, ¿no?
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