Cuando comencé a ver tenis, me parecía imposible lograr presenciar un partido profesional. A lo largo de los años me he contemplado asistir a un Abierto de Acapulco para ver jugar al tenista que más admiro: Rafael Nadal. Sin embargo, por distintas razones, en su mayoría económicas, no he logrado cumplir ese sueño. A pesar de ello siempre he pensado que algún día podré verlo. De alguna manera, por sus constantes visitas a mi país, siempre he sentido que tengo posibilidades de ver a Rafa.
Sin embargo, jamás creí, ni me pasó por la mente tener la oportunidad de ver jugar a Roger Federer.
En 1996 Federer visitó México como tenista junior. Con apenas 15 años su visita pasó desapercibida. En ese entonces yo tenía apenas 2 años. Por suerte, 23 años después, el suizo regresó a este país. Ahora como el más grande de todos los tiempos.
En cuanto anunciaron que su gira de exhibición por Latinoamérica incluiría a México, supe que era casi obligatorio estar en esa cita. El 23 de noviembre de 2019, a las afueras del hotel donde se hospedaron Zverev y Federer, los fans del suizo correspondían a mi pensamiento y sabían que esto era una oportunidad única de ver jugar a `Su Majestad´.
Horas antes del inicio del encuentro entre el alemán y el suizo, la gente llegaba a una Plaza de Toros México que había sido perfectamente engalanada para la Visita Real que llegaba desde Suiza.
Un partido entre dobles, los mexicanos Santiago González y Miguel Reyes Varela contra los hermanos Bryan, calentaba la pista que tras poco más de una hora de juego quedaba lista para el evento principal. Más de 42 mil aficionados hicieron retumbar la Plaza México ante la euforia de ver entrar a la cancha al mejor tenista de la historia, siendo el partido con más asistencia en la historia de este deporte.
La emoción de México 🇲🇽 por ver a su gran ídolo Roger Federer 🇨🇭 pic.twitter.com/gtegOPqW80
— CanalTenis.com 🎾 (@canal_tenis) November 23, 2019
Durante el encuentro, fue muy difícil lograr el silencio absoluto en la grada, pues cada cosa que el suizo lograba era aplaudida y celebrada por los mexicanos. La gente se entregó y el suizo se contagió de esa algarabía con la que solo los mexicanos reciben a sus invitados especiales.
Ambos jugadores complacieron al público con su buen tenis, e hicieron de la noche del 23 de noviembre, una noche inolvidable.
En lo personal, es un sueño cumplido poder ver un partido de tenis con jugadores de la élite de la ATP. Por la zona del país donde vivo, resulta una inversión considerable asistir a un Abierto de Acapulco o a Los Cabos.
Corría la parte final del tercer set cuando comencé a recordar más de 10 años de ver a Federer en la tele, 10 años de admirar su grandeza. Entonces, mientras me recordaba en la sala de mi casa viendo infinidad de partidos y añorando el presenciar alguno de ellos, caí en cuenta de lo especial que era este momento que estaba viviendo y compartiendo junto a mi padre y 42 mil personas más.
El hecho de que mi primer partido haya involucrado a Roger Federer, lo hace más especial aún. Pues en 2008, el primer partido de tenis que vi, involucró también al suizo. Aquella vez, Roger enfrentó en la final de Wimbledon a Rafael Nadal. Imposible no amar el tenis tras ese partido. Imposible no amarlo cuando juegan los dos más grandes. Ahora, tras verlo jugar en vivo, es aún más imposible el no amar este deporte.
Tal vez el suizo no vuelva como profesional a México. A pesar de la insistencia de la grada porque venga a Acapulco, Federer fue muy claro en las razones que le impiden venir a este torneo. Aunque tampoco suena descabellado que durante sus últimos años como profesional, el suizo repita su gira por Latinoamérica.
Sin embargo, si está fue la primera y última vez que el suizo pisa tierras aztecas como profesional, podré estar tranquilo, pues por siempre y para siempre tendré la dicha de decir las 6 palabras que a lo largo de la historia cualquier aficionado del tenis quisiera decir: Yo vi jugar a Roger Federer.
PD: Sigues tú, Rafa.