Taylor Townsend ha sido una jugadora diferente. Distinta en el estilo, y en su condición física. En cambio ha sabido ajustarse y amoldarse al estilo del tenis femenino, consiguiendo resultados bastante decentes. Vamos a conocerla un poco más a la estadounidense.
Un estilo algo arcaico actualmente
En 1996, en Estados Unidos, nacía una jugadora llamada Taylor Townsend. Su nombre comenzó a sonar con fuerza allá por 2012, cuando ganó el Open de Australia júnior, demostrando que tenía espacio entre las jóvenes estadounidenses que venían a la caza de la sucesión de las hermanas Williams. Poco a poco, su juego de otra época, iba cogiendo más fuerza. Un juego basado en el saque y volea, algo poco usual en esta época en el circuito femenino hoy en día, el cual ha ido aumentando en potencia y en juego desde el fondo, siendo el saque-volea un estilo de otra época.
Su juego de fondo es bastante limitado, y su mejor arma es su gran volea, la cual suele ir acompañada de un buen primer servicio. Esta técnica no le ha ido del todo mal últimamente, habiendo mejorado mucho sus resultados en la parte final de 2019, llegando a los octavos de final del US Open, ganando a tenistas como Simona Halep o Sorana Cirstea, y llevando a tres sets a la campeona Andreescu.
Ella conoce muy bien sus limitaciones, ya que no destaca por ningún golpe desde el fondo, debido a su físico robusto, tiene dificultades para moverse correctamente, y sabe que su fuerte está en su buen saque y su grandísima volea. También, destaca por ser una gran doblista, haciendo una buena pareja con jugadoras como Asia Muhammad.
Su punto débil es su derecha en carrera. No tiene un mal revés, eso sí. Pero aún con las limitaciones de su físico, ha sabido adaptarse al juego de ahora. Towsend ha sabido jugar desde la línea de fondo, aunque no es la más brillante en ese aspecto. Sus mejores resultados han llegado en pistas rápidas americanas, ya sea sobre cemento, o sobre la tierra batida americana, la cual se caracteriza por ser algo más rápida que la europea.
Pocos éxitos individuales, mejor en dobles, aunque no se puede olvidar ese US Open
La jugadora americana, ya en 2012, conquistó el Open de Australia Júnior. En su país, tenían muchas esperanzas puestas en ella. En cambio poco a poco, se fueron diluyendo. Nunca terminó de explotar del todo, quizás algo lastrada por su físico. Pero, aun así, ha sabido competir con sus limitaciones, y sacando buenos resultados, a pesar de su teórica dificultad para desplazarse desde el fondo de la pista.
En 2014, cuajó una gran temporada, llegando a tercera ronda en Roland Garros, cayendo con Carla Suárez, pero derrotando a tenistas como Alizé Cornet. También alcanzó la segunda ronda en Cincinnati y en Washington. Terminaba 2014 con buenas sensaciones. Pero desde ahí, hasta 2019, poco o nada se la vio por el circuito WTA. Se mostraba ciertamente irregular y errática en su juego desde el fondo, y sufriendo en los peloteos, aunque en el circuito ITF se mostraba tremendamente sólida.
Llegó 2019, y rindió a un gran nivel en la gira de ITF de Estados Unidos. Allí consiguió el ITF Charleston, además de una segunda ronda en Miami, entre otras cosas. Pero lo mejor estaba por llegar. Superó la previa en el US Open, y se cargó a Kozlova, Halep, y Cirstea, antes de caer con Bianca Andreescu en tres sets. Se fue en octavos de final, pero con la cabeza bien alta, habiendo dejado su sello con ese estilo de juego tan arraigado de saque-red, poco habitual en la WTA, y que empleó a la perfección en este torneo.
Prueba de ello, de este gran estilo, y su buena volea en la red, son sus grandes resultados como doblista, modalidad donde siempre ha destacado más. En su palmarés tiene ocho títulos ITF en 2015, una auténtica barbaridad en ese momento. Con su compatriota Asia Muhammad, ha sabido encontrar a una gran compañera de dobles. Ambas destacan por un gran saque, un juego bastante limitado, y una gran volea en la red. Además, suelen ir muy bien cuando van juntas.
Parece, que esta pareja puede dar mucho que hablar en un futuro de seguir con esta línea de resultados. Veremos a ver que nos depara el futuro, pero condiciones tiene para ser una de las mejores doblistas estadounidenses, junto con Asia Muhammad. Veremos a ver cómo sigue progresando esta joven jugadora, que busca implantar el estilo del saque-red en su repertorio de juego. Quizás no sea la mejor jugadora de fondo, pero esa alegría a la hora de volear, la hacen ser una jugadora diferente en el circuito. Una jugadora que busca construir su propio camino en el circuito femenino, con un tenis de otra época.