El valenciano ha conseguido un triunfo que recordará durante toda su vida. Taberner ha sido muy superior a un Korda muy errático (6-3, 6-0) y así ha ganado al No.37 del mundo y consigue la segunda victoria en un ATP 500.
Carlos Taberner venía de pasar la fase previa en la ATP de Barcelona. En el cuadro final debutaba frente a Sebastian Korda, el verdugo de Alcaraz en Montecarlo y que sorprendió con el nivel exhibido en tierra batida. Era el primer enfrentamiento entre ambos y uno de los dos iba a acceder a la segunda ronda para ser el primer rival de Felix Auger Aliassime.
Taberner y una victoria para el recuerdo
Korda comenzó llevando la iniciativa con su saque. Desde el inicio no se le vio tan acertado como en Montecarlo. El estadounidense estaba cometiendo muchos errores y Taberner empezaba sólido. El español fue el primero en conseguir un break en el quinto juego que luego confirmaba con su servicio para marcharse hasta el 4-2. Sebastian intentaba animarse pero no había forma de desarbolar el tenis rocoso de su rival. Con el 5-3 el español restaba para llevarse la primera manga. Korda jugó muy mal y de repente el 0-40 le dejaba tres bolas de set a su rival. A la primera otro error del estadounidense daba a Carlos Taberner el primer parcial. El valenciano daba la sorpresa y estaba más cerca de pasar a la siguiente ronda.
Taberner salió con la misma concentración, un tenis algo más agresivo y Korda por su parte continuaba en la misma dinámica de errores. El español rápidamente conseguía dos breaks gracias a sus pocos errores y a la ayuda de un Korda que no estaba nada inspirado. El estadounidense intentaba animarse pero no había manera de poder superar el tenis del valenciano. El español de repente estaba con 5-0 y tras el cambio de lado iba a restar para conseguir su segunda victoria un ATP 500. Carlos no cambió y seguía metiendo todas las bolas. Con el 15-40 llegaban dos bolas de partido. No pudo aprovechar ninguna de las dos primeras, pero a la tercera una derecha de Korda se iba fuera y Taberner acababa con un rosco en un partido perfecto.