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Pavlyuchenkova: “La manera de enfrentarte a la adversidad muestra tu verdadero carácter”

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Pavlyuchenkova durante el pasado Open de Australia | Foto: zimbio.com

La tenista rusa revela en Behind The Racquet sus difíciles inicios en el mundo del tenis, teniendo a su padre como entrenador y las expectativas que se cernían sobre ella tras ser número uno del mundo júnior con sólo 14 años. Además, también reconoce haber superado una gran crisis de confianza hace tres años donde estuvo cerca de dejar el tenis.

Con sólo 14 años, Anastasia Pavlyuchenkova asombraba al mundo al convertirse en toda una niña prodigio, conquistando el Open de Australia y el US Open en categoría júnior, donde alcanzó el número uno del mundo. Las expectativas, como es habitual en casos como este, se desbordaron y, como tantas otras, la rusa se ha quedado a medio camino sin poder brillar seguramente todo lo que hubiera querido cuando comenzó a ser profesional siendo una adolescente. En cambio si es la tenista con más títulos WTA International.

En Behind The Racquet, la actual número 30 del mundo revela detalles íntimos acerca de sus inicios en el tenis, muy marcados por la presencia de su padre como técnico, y una gran crisis de confianza que casi la lleva a dejar este deporte hace tres años.

Difícil relación con su padre

Mientras crecía, el tenis me ocupaba más tiempo que cualquier otra cosa. Era lo único en lo que pensaba. Lo más difícil era tratar de mantener una buena relación con mi padre, que además era mi entrenador. No resultó fácil, era muy estricto y normalmente teníamos nuestras discusiones tanto dentro como fuera de la cancha. A base de presionarme al límite, me ayudó a alcanzar el lugar en el que estoy ahora. No es fácil encontrar el equilibrio entre tenerle como padre y/o como entrenador”.

Cuando se comportaba más como entrenador que como padre todo se hacía más duro. Comencé a jugar al tenis a los seis años y él siempre ha estado ahí conmigo, en la pista, entrenándome y siendo la persona que siempre ha luchado junto a mí».

La aparición de Mouratoglou

Con 15 años tomé la decisión más importante de mi vida, mudarme a Francia. Allí fue donde Patrick Mouratoglou se hizo cargo de mí de los 15 a los 18 años. Tuve la oportunidad de aprender muchas cosas durante ese tiempo. Me ayudó a convertirme en la persona que soy ahora. Quería demostrar a mis padres, y en especial a mi padre, que podía hacerles sentirse orgullosos de mí”.

Me siento afortunada de todo el rigor y la disciplina que me inculcaron mis padres. Ahora soy más inteligente y madura en cada desafío que se me presenta en el camino. Esa es, precisamente, la belleza que tiene la vida para mí, ser capaz de hacerte más fuerte con cada límite que vas superando. Eso define lo que soy”.

Toda la familia involucrada

Aunque mi padre siempre ha sido la persona que más cerca ha estado de mí, el resto de mi familia también se involucró bastante en mi carrera. Cuando cumplí 14 años, mi hermano, que también solía jugar al tenis, comenzó a viajar conmigo. Estoy muy orgullosa de todo lo que he logrado tanto dentro como fuera de la pista gracias a su ayuda pero también tengo mis propios objetivos”.

Aprender a madurar por sí misma

Creo que ahora puedo lidiar con el miedo a cometer un error o a decepcionar a la gente. Antes no era capaz de hacerlo porque tenía a toda mi familia ayudándome. Poco a poco, comencé a viajar y a estar sola. Ahí fue cuando empecé a afrontar las cosas por mí misma. En la pista, el tenista siempre está solo, tenía que aprender a sentir esa sensación. No me arrepiento de nada. Trabajo muy duro para que mi familia vea que ha valido la pena”.

Su etapa como júnior

Recuerdo jugar mi primer Grand Slam júnior, el Open de Australia, en 2006, con solamente 14 años. Ya había ganado varios torneos ITF, pero esto era algo muy diferente. Ahí estaba, todavía siendo una niña y jugando mi primer Grand Slam. En mi cabeza pensaba que sería bueno si ganaba un par de partidos, simplemente no quería decepcionar a mi gente”.

No es nada fácil jugar a tu mejor nivel cuando sientes tanta presión. Supongo que, desde muy pequeña, traté de reducirlo todo a algo muy simple, tratar de pegarle duro a la bola. Jugué unos cuantos partidos y me encontré a mí misma ganando el torneo, lo que me permitió alcanzar el número uno del mundo. Esto sólo había sido posible gracias a la confianza que mi padre había depositado en mí, algo de lo que me estaba empezando a dar cuenta”.

Su peor momento

Sucedió hace unos tres años, más o menos. No conseguía divertirme en la pista. En ese momento me encontraba atravesando un período difícil a nivel personal que no lograba superar. No disfrutaba jugando al tenis, no disfrutaba haciendo nada. No sabía si debía seguir porque me sentía atrapada, agotada. Estuve así dos años, sin saber qué hacer para superarlo”.

Poco a poco y gracias a la ayuda de varias personas, volví a centrarme en mí misma. Creo que todavía conservo mucha voluntad y potencial en mi interior, además de una ambición que no he tenido jamás. Esta experiencia la llevaré siempre conmigo, pero estoy contenta de haberla superado. Eso es lo que me ha hecho como soy ahora. Conozco a mucha gente que también pasa por esto, siendo atletas o no. La manera de afrontar la adversidad muestra tu verdadero carácter”.

 

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