El asturiano volvió a brillar para alcanzar por primera vez en su carrera profesional las semifinales de un Grand Slam. Esta vez tuvo que derrotar al argentino Schwartzman (6-4, 6-4, 6-2) en dos horas de encuentro, en el que el español fue muy superior salvando las situaciones complicadas. Carreño sigue soñando y está a sólo un partido de llegar a la final, aunque tendrá que enfrentarse a Querrey o Anderson que jugarán en la madrugada del miércoles.
Carreño y Schwartzman estaban ante uno de los partidos más importantes de su carrera, ya que el ganador iba a llegar por primera vez en su carrera tenística a las semifinales de un Grand Slam. El nivel demostrado por ambos a lo largo de todo el torneo era excepcional. De nuevo el gijonés demostró porque es la esperanza del tenis español en el futuro, gracias a la madurez tan rápida que ha ido adquiriendo en las últimas temporadas. Un sobresaliente partido, con un buen servicio, una derecha poderosa, la solidez de revés, la tranquilidad en los momentos clave para salvar bolas de break le llevaron a pasar por encima de su contrincante sin ceder ni una sola manga.
El español saltó a la pista con una alta intensidad de piernas y en el primer juego notó los nervios del argentino que acabó cediendo su servicio en blanco para perder el primer saque del encuentro. Según iban pasando los juegos, Schwartzman iba encontrando su ritmo en el partido, buscando rallys largos que complicaban la vida al español. En el sexto juego llegó la primera opción de rotura del bonaerense, pero al igual que en su partido contra Shapovalov, Carreño demostró los nervios de acero que tiene para dar la vuelta a este tipo de situaciones.
La fuerte discusión con el juez de silla
Las cosas se torcieron cuando en el cambio de pista del séptimo juego, Carlos Ramos el juez de silla llamó la atención del español tras entender que estaba recibiendo órdenes de como restar a su rival. Carreño contestó de malas maneras ya que no entendía nada y perdió los dos siguientes juegos fruto del encontronazo. `Peque´ creía en sus posibilidades de remontada, pero finalmente el asturiano consiguió cerrar con su servicio el primer parcial que le dejaba más cerca del sueño de alcanzar las semifinales.
En el segundo set las cosas cambiaron. El porteño salió con energía a la cancha con el objetivo de meter bolas e intentar jugar al contraataque. Las cosas le salieron bien y en el tercer game encontró un quiebre que le adelantaba en el marcador, aunque la respuesta de Carreño no se hizo esperar y en el siguiente juego le devolvió la rotura. La clave del partido llegó en el octavo juego, momento en el que Schwartzman se encontró con tres bolas de break que no supo aprovechar. Salvar estas tres bolas le hicieron coger confianza al español que rompió en el siguiente juego para consolidar con su servicio la segunda manga.
El lenguaje corporal del argentino invitaba a pensar que su físico no daba más de sí y al partido le quedaban pocos minutos. Un primer break en el primer juego dejó el partido sentenciado, para acabar ganando el tercer parcial por un contundente 6-2. En las estadísticas vemos reflejado que la efectividad en las bolas de rotura fueron claves, salvando el español ocho de diez posibles, mientras que el bonaerense sólo pudo levantar dos de las ocho que tuvo en contra.