Ashleigh Barty, dueña de un talento elogiado en el mundo por aficionados y colegas, llegó a la cima del tenis luego de atravesar momentos inciertos en su carrera. Sin embargo, logró superarse, avanzar y consagrarse en la disciplina que la vio crecer. En el día de su cumpleaños repasamos parte de su historia.
Incursión en el tenis
Los primeros acercamientos en el tenis nacieron cuando Ash, de 4 años de edad, le pidió a sus padres iniciarse en el deporte. Barty nació en un hogar en la cual el desarrollo deportivo de los niños era fundamental dentro del núcleo familiar, por lo que la respuesta positiva de Robert y Josie no se hizo esperar.
El West Brisbane Tennis Centre fue el lugar elegido para que la pequeña empezara a practicar pero las cosas no salieron como esperaban. Jim Joyce, entrenador del centro, le pidió a los padres de Ashleigh que volvieran cuando la niña cumpliera los 7 años. Sin embargo, la pequeña -próxima a cumplir los 5- tomó una pelota y arrancó a jugar, intentando que Joyce revea su decisión.
Al primer golpe, Jim estaba convencido: Barty comenzaría a entrenar desde la próxima semana. El entrenador recuerda que tomó la decisión luego de ver la coordinación que tenía Ashleigh al momento de pegarle a la pelota. “Su enfoque y concentración eran increíbles. Parecía una niña de 9 o 10 años por la forma en la que se concentraba cuando le explicabas las cosas”, comentaba en retrospectiva Joyce al The Sydney Morning Herald.
La victoria que antecedió a la crisis
Su primera experiencia cruzando el océano tenía como destino una gira europea de seis semanas. Barty recuerda aquellas épocas de la peor manera: llamaba a su madre por las noches para decirle que odiaba estar lejos de casa. A pesar de que han transcurrido los años, la Nro. 1 del mundo reconoce que al día de hoy sigue odiando la distancia.
En 2011, Barty arribaba a la Catedral del Tenis como la 12ª sembrada del cuadro femenino en juniors. A lo largo del camino, perdió sólo un parcial frente a Madison Keys en la tercera ronda. En la última instancia, concretaría su recorrido al coronarse campeona frente a Irina Khromacheva. “Sucedió muy rápido. No estaba lista. Necesitaba ir a casa y ver a mi familia”, contaba Barty años más tarde.
A los 15 años, lo único que quería era reunirse con sus seres queridos. Así que después de la exposición que ganó con su título en Wimbledon, decidió retornar a su hogar en Australia. Pese a que durante los años siguientes dio el salto al circuito WTA, la lejanía y la falta de apoyo familiar durante las giras le impidieron seguir compitiendo en el tenis.
En 2014, la oriunda de Queensland regresó a casa y meses más tarde empezó su historia con el cricket. Encontró en ese deporte un apoyo grupal que no encontraba en el tenis, viajando y compitiendo en soledad al otro lado del mundo. Mientras se incrementaba su pausa indefinida en el deporte blanco, durante los años venideros, se desenvolvió en los equipos Queensland Fire y Brisbane Heat. Tiempo después, Ash reconocía que necesitaba una pausa para relajarse y refrescar su mente.
Regreso, consagración y retirada
En 2017, la australiana inició su recorrido ascendente al conseguir su trofeo inaugural en Kuala Lumpur, edición en la que también se coronó junto a Casey Dellacqua en dobles. Los grandes resultados de aquella temporada, en la que además accedió a otras dos finales en Birmingham y Wuhan, le valieron para finalizar por primera vez dentro del Top 20 del ranking WTA. Para 2019, Barty se perfilaba como una contrincante a vencer frente a las demás jugadoras del circuito. Arrancó aquel año coronándose en Miami, cediendo sólo dos parciales en el trayecto hacia la victoria. Con algunos meses de distancia, llegaría al punto de gloria en su carrera: reinado en Roland Garros y estableciéndose como Nro. 1 del mundo tras el título en Birmingham.
En 2022 sorprendió al mundo del deporte tras anunciar que se retirada del tenis tras haber cumplido sus objetivos.