El español pinta como uno de los principales favoritos para llevarse el último Grand Slam del año. Nadal intentará repetir título en Nueva York y para ello tendrá que echar mano de aquellos aspectos que lo han llevado a donde está. No es casualidad que Rafael esté cerca de alcanzar su semana 200 como número uno del mundo, por eso es preciso desmenuzar cada una de sus mayores virtudes.
Probablemente el tenis no ha visto a un competidor más grande que Rafael Nadal. Pocos en la historia han estado al alcance del español en términos de entrega y sacrificio, unas de sus principales cualidades. Por otro lado, dichas capacidades físicas pudieran lograr que se subestimen sus aptitudes técnicas; una derecha quizás menospreciada, una creación de ángulos envidiable y una estrategia latente en la cabeza son algunas otras de las herramientas que posee el de Manacor.
Saber sufrir
No hay mayor diferenciador en Nadal que la resilencia. Siempre encontrar la manera de sobreponerse a situaciones negativas y abrumadoras. Rafa es un experto en ello. En esta cualidad se encuentra también la paciencia y el asumir que el rival puede encontrarse en un estado de gracia (mayoritariamente temporal), por lo que siempre se encuentra listo para revertir el curso del partido. Ello lo ha llevado a grandes gestas, remontadas imposibles y victorias fueras de cualquier guión. Su mentalidad es algo que jamás ha estado en discusión, ya sea en sus momentos buenos y malos.

Un muro inquebrantable
La defensa de Rafael siempre ha sido extraordinaria. Desde sus primeros años se desvivía por pasar una bola a pesar de liderar dos sets a cero y 40-0. Si bien el desgaste físico ha sido un arma de doble filo en su carrera, lo ha ayudado a crear cierta presión en todos sus rivales, quienes saben que siempre hay que jugar al límite para superarlo. A medida que pasan los años, Nadal ha sabido contrarrestar su físico con una impecable lectura de partido y golpes del contrario. Obligar a alguien a alcanzar la perfección siempre resulta beneficioso para él.
Técnica infravalorada
Cuando se habla de las mejores derechas del circuito, pocas veces la del español sale a colación. Y aquello es de manera errónea, pues el ataque de Rafa no se puede entender sin el drive tan imponente que ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo. Aquel golpe cuestionado porque terminaba por encima de su cabeza es el principio y el fin de su juego, con una bola que registra miles de revoluciones por minuto. Además, el hecho de que Nadal sea un diestro natural, también entregan un revés completo. Qué decir, además, de la sensibilidad que el español ha adquirido y ha trasladado para saber dominar en la red.
Capacidad de adaptación
La ridícula superioridad de Nadal sobre polvo de ladrillo pareciera ser una debilidad. Su abrumador dominio sobre la arcilla en ocasiones provoca que se pase por alto que Rafael es un hombre para cualquier superficie. Fuera de los 11 Grand Slams que ha ganado en Roland Garros, el español registra seis majors más, es decir, la misma cantidad que Stefan Edberg y Boris Becker lograron en toda su carrera. Además, el de Manacor logró alcanzar cinco finales consecutivas en Wimbledon. En la élite en la que se encuentra, es normal que las virtudes se asuman como algo regular, pero Rafa sabe competir en todos los lugares y terrenos.