El austriaco está llamado a ser el gran sucesor de Rafa Nadal sobre el polvo de ladrillo. Thiem es un jugador con un presente y un futuro prometedor. Esta temporada ha finalizado en el número cinco del ranking ATP, aunque se desinfló en la parte final de la campaña. ¿Conseguirá su primer Masters 1000 en 2018?
De todas las superficies del circuito, la tierra batida quizás sea la más exigente a nivel físico. El bote de la pelota se apelmaza a medida que se hunde en la arenosa pista. Cada punto es más largo que el anterior, exigiendo una gran frescura de piernas. Los calcetines impolutos de los tenistas se tiñen del naranja característico de manera progresiva según avanza el choque. Y todo ello junto con el omnipresente calor que caracteriza los meses de la temporada de tierra.
En una época de reinado absoluto de Rafa Nadal en esta superficie, un joven austriaco ha sido capaz de asomar la cabeza. Además de su bagaje en cuanto a títulos, entre los que se encuentras varios 500 y 250, el hecho más esperanzador se basa en sus sensaciones en pista. Posee todos los registros de golpeo, con un revés a una mano exquisito y una derecha apisonadora. Un tenis de desgaste auténtico, un bombardeo constante sobre la cancha rival, y nunca exento de calidad.
No sólo ha sido capaz de plantar cara a los mejores en los últimos años, sino que ha logrado adoptar la vitola de favorito en la mayoría de sus encuentros.
En 2017 sólo el mejor Nadal de los últimos años fue capaz de frenarle en las finales del Godó y Madrid, y en las semifinales de Roland Garros, donde previamente había sido capaz de vencer a Novak Djokovic en sets corridos.
Una decepción en el resto de superficies
Ante estos hechos tan esperanzadores, es más que lógico pensar que el austriaco está en vías de pelear por el número 1 del mundo. No obstante, lejos queda el dicha meta dada su irregularidad sobre el cemento, la hierba y el indoor, donde no ha sido capaz de mantener el nivel de la gira de tierra.
Muchos achacan este bajón a un calendario excesivamente cargado, aunque no debería ser un gran problema para un tenista tan poderoso en lo físico y con una carrera tan larga por delante.

¿Qué esperamos de Dominic en 2018?
Lo mínimo que se le pide es que repita una temporada brillante sobre la tierra batida. Ganar su primer Masters 1000 y poder competir por el título en la capital francesa son los retos más golosos para él.
No obstante, también es razonable exigirle un poco más durante el resto de temporada y que no se desinfle como parece estar habituado a hacer.
El dosificar esfuerzos es algo que se aprende con la experiencia, y que puede marcar la diferencia entre quedarse en las puertas del cielo y tocarlo.
Siempre pasa que, al que más exiges es del que más esperas.
Y eso en la vida, estimado Dominic, es un gran elogio.
Gran articulo Alonso. Me mola como escribes. A ver cuando me pegas un toque y nos tomamos unas cervezas.