Opinión

¿Sentimiento real o producto del marketing la Laver Cup?

Federer celebrando un triunfo en la Laver Cup | Foto: @lavercup

La Laver Cup ha vuelto a tener un éxito rotundo en su segunda edición. Muchos han rumoreado a cerca de lo poco creíble es que sea que los jugadores celebren con tanto ímpetu los triunfos y victorias. ¿Es todo teatro o de verdad los jugadores lo sienten así?

Un sentimiento verdadero

Daniel Escudero

El United Center de Chicago fue testigo de un espectáculo deportivo fantástico. La segunda edición de la Laver Cup volvió a juntar a los mejores jugadores del circuito. Durante tres días lucharon por un título. Europa y Resto del Mundo o viceversa, lo importante es la ambición y la motivación que han tenido todos los jugadores, entre ellos Roger Federer o Novak Djokovic.

Muchos son los que se cuestionan si es todo producto de marketing o realmente los jugadores sienten tal y como se puede ver a través de las pantallas. ¿Qué es lo que se juegan? Realmente la competición no aporta puntos, es decir, los jugadores reciben una cantidad económica por participar pero nada más. Sin duda que no existe teatro, a lo largo de tres días se ha demostrado que en todos los partidos la tensión y emoción está presente cada momento que la pelota pasa la red. Entre punto y punto alguna broma se deja caer entre los participantes, pero a la hora de la verdad cuanto el trofeo está en juego no paran de animarse y hablar entre sí.

Quizás este nuevo trofeo otorgue a este deporte otra perspectiva de ver el tenis, un nuevo formato de poder jugar en equipos con jugadores que no sean de tu mismo país. Ver a Roger Federer dando consejos a Novak Djokovic es algo que no se puede describir. Un mago aconsejando a un maestro. A los pocos minutos ambos celebrando juntos un título que ha costado mucho más de lo esperado.

Por otro lado es que el Resto del Mundo muy aférrimo al show de los Estados Unidos, estaba motivado por intentar sorprender a los grandes favoritos jugando como locales. Los jugadores capitaneados por McEnroe lo dejaron todo y muy cerca estuvieron de dar la sorpresa. Así es el deporte, en definitiva un sentimiento que ni a veces pueden controlar y cuando alguien quiere ganar saca lo mejor de sí mismo.

Es por ello que todos sin excepción de ninguno han tenido una ambición y una motivación que a veces se echa de menos en algún torneo del circuito. Eliminando la palabra marketing de esta competición podemos concluir diciendo que la Laver Cup saca un sentimiento único y real en los mejores jugadores de este deporte.

Jugadores del Resto del Mundo celebran un triunfo de Sock en la Laver Cup
Jugadores del Resto del Mundo celebran un triunfo de Sock en la Laver Cup | Foto: www.lavercup.com
Los Oscars del tenis

Alonso Marí Sandoval

No son pocas las virtudes de la Laver Cup. En el reto de emular a la Ryder de Golf, el torneo consiste en un apasionado duelo entre el continente europeo y el resto del mundo, con el fin de comprobar cual de los territorios ostenta la supremacía del tenis mundial. Todo esto está muy bien pero, ¿Cómo es posible que una competición que celebra este año su segunda edición parezca que lleva detrás una enorme tradición?

Los tenistas celebran y viven los partidos de forma algo excitada, como si de una final de Copa Davis se tratase. Y con esto no quiere decir que no se trate de una competición única y una magnífica idea.

Poder ver a los mejores tenistas del mundo con el mayor de lo compromisos siempre es un placer para los ojos. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Es un tema sencillamente económico? ¿Lo ven los tenistas como un escaparate mundial? ¿O se puede hablar de sentimiento y arraigo territorial?

Nadie olvida las lágrimas de Nick Kyrgios del año pasado, tras caer derrotado ante Federer en un partido épico. Y no es que el bueno de Nick no pueda expresar sus emociones, pero es un tenista que suele mostrar su lado más apático en los grandes, por lo que no se entiende el contraste.

La escena de la celebración de Nadal saltando a los brazos de Federer ya forma parte de las imágenes más míticas de la competición. Magnífica escena, que si que nos deja un regustillo algo extraño.

En un mundo en el que el sentimiento de pertenencia a un país sufre cada día un mayor cuestionamiento en ciertas zonas del planeta, nace una competición en la que los tenistas viven con euforia vencer junto a gente de su mismo continente.

En definitiva, reitero el placer visual de disfrutar de una competición que en un futuro puede llegar a ser especial, pero en la actualidad me resulta una plataforma que desarrolla, en cierto modo, la capacidad actoral de los tenistas. Y, si ese es el caso, que repartan Oscar en vez de Laureus.