Amanecía el pasado viernes 13 de julio en Londres con las semifinales de Wimbledon en el horizonte. Dos partidos por vivir para conocer a los finalistas de dicha edición. ¿Qué ocurrió? El segundo no finalizó tras la duración del primero. La polémica saltó inmediatamente. ¿Debe existir tie break en la quinta manga?
Los cuatro mejores jugadores del torneo sobre hierba se retaban en dos duelos que prometían ser apasionantes. El primero de ellos, protagonizado por dos jugadores de un perfil muy similar. Anderson, verdugo de Roger Federer en esta edición del torneo, con el nivel de confianza por las nubes tras su gloriosa victoria. Y el americano Isner, ante la oportunidad de su vida. Ambos jugadores se sitúan entre los tenistas de mayor estatura del circuito. Y, por tanto, ostentan el saque como una de sus mayores armas.
Por otro lado, el segundo duelo iba a ser el protagonizado por dos de los mejores tenistas de la historia. Rafael Nadal, número 1 del mundo y reciente campeón de Roland Garros, se enfrentaba a un Novak Djokovic en proceso de recuperación. Pese a ello, el gran nivel de tenis del serbio las últimas semanas presagiaba un duelo que prometía ser apoteósico.
El primer duelo del día comenzó a las 13:00 horas, con perspectivas de un duelo duradero pero con fecha de caducidad. Tras tres tie break y otro juego larguísimo, los dos tenistas acumulaban dos sets en su casillero.
A partir de aquí, pudimos visualizar un partido tremendamente errático, en el que ambos jugadores arrastraban un desgaste físico más que considerable. El tenis desplegado durante aquellas horas no estaba siendo ni mucho menos lujoso para los ojos del espectador, pero el nivel de tenis en el quinto set fue degenerando hasta convertirse en algo más parecido al lanzamiento de disco olímpico y muy alejado de un tenis de intercambios y calidad de golpeos.
Los juegos se seguían acumulando de manera proporcional entre ambos jugadores, sobrepasando el marcador del 6-6 y acusando la ausencia de tie break en el quinto set de los Grand Slam.
La polémica de jugar un quinto set
¿Por qué sobreponer la tradición de la norma sobre el deleite del espectador, que al final es quién paga el precio de las entradas? ¿Y por qué someter al jugador a una especie de tortura que parece no tener fin, dadas las características de ambos jugadores?
Sea como fuere, el set continuó alargándose, extenuando al público presente en la pista central. Mientras ninguno de los dos tenistas querían perder y exprimían la última gota de su energía en mantener su servicio, los amantes del tenis agonizaban expectantes ante el partido que venía a continuación, con la sensación de quien se atraganta con el aperitivo y no puede comerse el solomillo a continuación.
Cuando el público estalló al fin de júbilo ante la victoria de Anderson por 26-24 eran ya las 20:30 de la tarde, ante lo que la segunda semifinal sólo tendría tres horas para diputarse, por reglas internas del torneo, y debía suceder con el techo retráctil y la iluminación activada, sabiendo que el partido sería aplazado con casi total seguridad a la jornada del sábado.
Aunque Wimbledon sea un torneo de alta tradición y brillantez en su organización, ¿Merece la pena apretar las tuercas de esa manera a las partes que dan vida al torneo más prestigioso del mundo?
La contingencia final fue la obligación a disputar el partido entre Nadal y Djokovic con el techo retráctil en un torneo outdoor, por lo que las condiciones de juego cambiaron. Y por otro lado, el estado físico de Anderson durante la final no fue el esperado, viendo al jugador sudafricano considerablemente mermado durante el encuentro.
Todas estas circunstancias incitan a la reflexión a un torneo que, por otro lado, siempre se ha caracterizado por tomar las decisiones de manera completamente independiente, por lo que parece difícil pensar que las críticas y presiones externas puedan afectar en algo.