El letón siempre ha sido uno de esos talentos desaprovechados de este deporte. Llamó bien joven a las puertas del éxito como una gran futura promesa. Recordamos sus semifinales de Roland Garros en 2014, aunque todo quedó en un camino sin acabar. De nuevo volvió a una final, ¿cambiará la vida de Ernest Gulbis?
Que Gulbis es un tenista peculiar lo sabe todo el mundo del tenis. Especialmente conocido por su carácter y sus salidas de tono elocuentes, el letón logró hace unos años equiparar su especial carisma a su nivel en las pistas.
Son muy diversos los conflictos que ha protagonizado, desde incidentes con la policía hasta gastarse el premio de algunos torneos en el Casino y en Dios sabe qué.
«Si juego mi mejor tenis hay pocos tenistas que pueden ganarme»
Tan excéntrico es su carácter como su derecha, de las menos ortodoxas del circuito sin duda, por lo que ha tenido que modificar la mecánica de golpeo en alguna ocasión.
Hijo de una de las grandes fortunas de Letonia, se le achaca haber sido un malcriado y un mal ejemplo para las nuevas generaciones. No obstante, también ha destacado su excentricidad anteriormente mencionada, haciendo gracia a más de uno y comparándole con el carácter de personajes como Ibrahimovic.
Sin dejar indiferente a nadie, logró un gran rendimiento en algunos torneos, especialmente en tierra batida, donde alcanzó los cuartos de final en más de una ocasión. Pero especialmente destacable son sus semifinales en Roland Garros el año 2014, imponiéndose a Federer en cuartos y proyectándose como un tenista de gran potencial. Pero todo quedó ahí. Su irregularidad y probable inconsistencia mental no le han permitido tener continuidad y desapareció del mapa, casi sin dejar rastro.
A día de hoy, a sus 30 años de edad, consiguió llegar a la final del Estocolmo Open y volver al panorama del que había desaparecido. Eso sí, perdió ante Tsitsipas por doble 6-4, pero se lo tomó con el humor extraño que siempre tuvo. Porque, aunque haya regresado a su nivel, siempre será un tenista diferente.