El joven NextGen australiano da a conocer en ATP Al Descubierto uno de sus secretos para poder permanecer en la élite: trabajar y ser capaz de mejorar cada día. También habló de su entrenador, Adolfo Gutiérrez, y de los partidos que le marcaron cuando era joven.
Dentro del circuito ATP, a Álex de Miñaur se le conoce como “Demonio”. No en vano, su extraordinaria velocidad de desplazamientos unida a su versatilidad desde el fondo de pista le convierten en uno de los jugadores más difíciles de batir. El NextGen australiano es el protagonista de un nuevo capítulo de ATP Al Descubierto, donde revela los aspectos clave para mantenerse en la élite y poder competir contra los tenistas top. Además, también reconoció la gran influencia que ha tenido en su carrera su actual entrenador, el español Adolfo Gutiérrez, y repasó los enfrentamientos que más le marcaron cuando era niño y que le motivaron a dedicarse al tenis.
Cada día cuenta
“Todos los días cuentan. Cuando eres joven no te das cuenta de eso, pero una vez que empiezas a madurar y coges más años de experiencia, te das cuenta de que si quieres estar en la cima y jugar contra los Top, lo que tienes que hacer es mejorar constantemente. No puedes estar satisfecho con tu nivel y dónde te encuentras. Siempre debes querer más y esforzarte por alcanzar niveles más altos: un mejor ranking, jugar contra mejores jugadores y poder vencerlos”.
Pasión por el tenis desde que era niño
De Miñaur, nacido en Sidney pero de madre española y padre uruguayo, comenzó a pegar raquetazos a la edad de cuatro años. Un año después, su familia se mudó a España, donde permanecieron las ocho siguientes temporadas. Debido a los negocios de sus padres, es habitual que Álex viaje de Australia a España y viceversa muy a menudo. Pese a todo este trajín, su pasión por el tenis siempre se ha mantenido intacta.
“Creo que nada más competir por primera vez a los ocho años, quise ser tenista. Lo disfruté mucho y desde entonces he tratado de jugar y mejorar tanto como he podido. Tengo la suerte de poder jugar contra todos estos chicos con los que crecí viéndolos por la TV”.
Admiración por Nadal y Federer
“Cada vez que había una final entre ellos en Grand Slam, esos partidos son los que veía una y otra vez, sin parar. Son los encuentros que me dieron la motivación y el impulso para alcanzar mis sueños como tenista y tratar de seguir mejorando para poder algún día llegar a ese nivel”.
Actitud positiva frente a los inconvenientes
Si hay algo que ha lastrado al australiano en sus primeros años en el circuito profesional, eso han sido las lesiones. Pese a llegar dos veces seguidas a la final de las NextGen Finals y poseer ya tres títulos ATP, De Miñaur también se ha topado frente a la adversidad. El año pasado se vio obligado a lidiar con una lesión en la ingle y este año se bajó del Open de Australia por una rotura en el abdominal.
“Siempre existen altibajos en este viaje, siempre hay golpes que encajar. Pero tienes que seguir adelante. No siempre te van a salir las cosas como quieres, pero si tienes la mentalidad correcta y miras las cosas de forma positiva, estarás en la dirección correcta. Eso es lo más importante”.
Influencia de Adolfo Gutiérrez
Pese a decantarse por la bandera australiana, De Miñaur no olvida parte de sus raíces españolas. Siempre que puede intenta regresar a España y lleva trabajando con el mismo entrenador, Adolfo Gutiérrez, durante la última década. El actual número 26 del mundo sostiene que su entrenador le ayuda a mantener los pies en la tierra y a centrarse siempre en lo importante, aparte de disfrutar mucho con sus enseñanzas.
“Hemos crecido juntos. Me ha visto crecer como tenista y también como persona. Es increíble lo que hemos logrado juntos. Siempre me recuerda de dónde vengo y todo lo que hemos luchado para que yo éste donde estoy ahora”.
Dos personalidades diferentes dentro y fuera de la pista
“Me encantaría que la gente me recordase como un tipo divertido, agradable y realmente relajado fuera de la cancha. Pero tan pronto como entro a la pista, pelearé hasta el final y sí alguien quiere vencerme tendrá que someterme”.