Garbiñe Muguruza se ha visto resentida de sus problemas físicos y ha puesto fin a la temporada 2019. Un año decepcionante para la española que por fin ha roto su relación con Sam Sumyk. La hispano-venezolana comenzará la próxima campaña a manos de Anabel Medina, la gran esperanza pero volver a ver a esa jugadora que lllegó a ser número 1 del ranking WTA.
Allá por 2017, una jugadora española ganaba Wimbledon. Esa jugadora era Garbiñe Muguruza. Una tenista con un gran primer servicio, un juego muy agresivo y ordenado en ese momento, con el cual consiguió ganar a Serena Williams en Roland Garros en 2016. Se pensaba que ese torneo sobre la hierba londinense seria la catapulta para el inicio de una era dominante de la hispano-venezolana. Pero no sería así, y a pesar de no acabar muy bien el año, fue número 1 por primera vez en septiembre de 2017, y se veía a una Garbiñe con confianza, y siendo agresiva en su juego. El 2017 no acabó de la mejor manera, ya que cayó en la fase de grupos de las WTA Finals, cuando era de las favoritas al título.
El 2018 empezó de la peor manera, con una lesión en el muslo y calambres. En el Open de Australia, se vería sorprendida por Hsieh, con una Garbiñe muy irregular, fallando mucho en ocasiones, sobre todo cuando iba por debajo. Esa es la tónica en ocasiones, cuando se ve por debajo que parece que no sabe analizar la situación, y comete muchísimos errores, con un gran descontrol en su juego. Además, las discusiones con Sumyk no han escaseado. Eso no es nada positivo, ya que Sam en mi opinión es un gran entrenador, como ya demostró con Azarenka, llevándola al número 1.
Sumyk y las discusiones
Garbiñe no ha tenido la paciencia en los momentos importantes para escucharle, y eso en ocasiones ha derivado en un juego aún peor, ya que Sam entendía el juego de Garbiñe, pero las discusiones no han sido nada positivas. Otra cosa a tener en cuenta, es la poca capacidad de reacción de Garbiñe en momentos delicados. Su fuerte carácter se nota en esos momentos calientes, donde explota, y no tiene la cabeza en el partido, ya que en ocasiones se autonegativiza a sí misma, y eso es de lo peor que puede pasarla.
Su irregularidad ha sido constante, y fruto de ello, cortó su relación con Sam, y empezó a trabajar con Anabel Medina, con la intención de una resurrección, como ya hiciera con Ostapenko en 2017. Es un proceso largo, ya que Garbiñe necesita cambiar esa autonegatividad que tiene instalada en sí misma cuando las cosas no salen demasiado bien.
Anabel la esperanza
En mi opinión, pienso que debería seguir con ese estilo agresivo que tiene. Pero si no le sale, hablar con Anabel, la cual la conoce muy bien, analizar la situación, y volver a construir los puntos como los construía antes, ya que en ocasiones se vuelve muy errática y sin control, fruto de esa negatividad cuando va perdiendo. Es muy importante que escuche a su entrenador, ya que ella la conoce, y a pesar de que discutan, también ve y analiza el partido, y baja a darle consejos sobre cómo hacer ciertas cosas, como madurar los puntos. La falta de química entre Garbiñe y Sam ha sido increíble en ciertos momentos. Necesita a Anabel, una entrenadora de la casa. La conoce muy bien, y sabe lo que la va bien, y cómo hacerla volver a sacar su mejor versión, y ahora con la lesión empezar a preparar la próxima temporada con calma. El tiempo dirá si volveremos a ver a Garbiñe de número 1, cosa que esperemos que sea así. Camino queda, desde luego, pero poco a poco.