El día que Roger Federer se retiró del tenis recibió elogios de todos los colores. «Un caballero dentro y fuera de las canchas», «un ejemplo para una generación», «leyenda», «maestro». Al igual que las lágrimas que corrieron por su mejilla en su homenaje, los saludos de despedida brotaban como un manantial en las redes y en los periódicos. Incluso la página oficial de Wimbledon le dedicó una carta.
El deportista de Basilea se ganó un lugar en la historia no solo por su forma de redefinir el tenis y su excelencia en las canchas, sino también por su actitud en las derrotas y sus enseñanzas fuera de los límites marcados por las líneas blancas. Aquí algunas de las características de esa fortaleza mental que se pueden aplicar a muchos otros ámbitos de la vida.
Dar espacio a otros hobbies y aficiones
¿Estar todo el día enganchado al deporte es perjudicial para la práctica? Aunque suene contraintuitivo, esto es real. Cuando la presión es demasiado grande, el cerebro puede tener dificultades para concentrarse y bloqueos o pérdidas repentinas de la memoria, llamadas «twisties» en inglés.
Una situación así puede ser terrible en un evento deportivo de alto nivel. Incluso a los jugadores amateur se les recomienda alternar entre entrenamientos y entretenimiento. Estas actividades de esparcimiento pueder ir de jugar al casino con crupier en vivo, hasta hacer pasteles caseros. Lo importante es desconectar.
Federer es una persona que siempre entendió la importancia de diversificar su tiempo dentro y fuera de las canchas. Incluso de pequeño practicaba otros deportes solo por diversión, como baloncesto, bádminton, tenis de mesa. Ya de adulto, dividió su tiempo en los torneos con labores humanitarias y publicidades. Además, es la cara del turismo en Suiza.
Ser un agradecido de la vida
“Me dieron el don para jugar al tenis y lo he llevado a un nivel que nunca podría haber imaginado, durante mucho más tiempo del que creía posible”, declaró al momento de despedirse. En las palabras de Roger Federer a lo largo de su carrera se trasluce su habilidad para agradecer sus vivencias.
La ciencia de la gratitud indica que las personas que agradecen los pequeños regalos de la vida presentan mayores niveles de bienestar y están más satisfechas con sus amistades, su familia y sus labores. El chute de autoestima y optimismo que se produce al agradecer, hace que estos individuos rindan mejor en la escuela y el trabajo.
Tener gracia en las derrotas
En varias ocasiones el tenista de Basilea se mostró agradecido por las situaciones que se le presentaban, incluso en situaciones de derrota. Es una lección que aprendió con el paso del tiempo. Después de perder en primera ronda del Masters Series de Hamburgo del 2001, arrojó su raqueta al suelo en un gesto de ira. Años después de ese evento seguía recordándolo, incluso llegó a decir que fue una «pésima actitud» en ruedas de prensa posteriores.
Se podría decir que aprendió a tener gracia en las derrotas. Tal vez sea por eso que muchas veces se lo describe como un «caballero», porque aún en los peores momentos ofrece la otra mejilla y tiene una actitud calmada.
No dar nada por sentado
Los tenistas de élite suelen caer muy fácil en el casillero de «grandes egos». La fama, las cámaras, el dinero y las luces hacen que se les suba la espuma a la cabeza. Sin embargo, Federer es un hombre que nunca se ha creído superior a nadie, o al menos no lo ha demostrado.
Al no tener la potencia o la resistencia de algunos de sus rivales más duros como Nadal, Murray o Djokovic, Federer siempre supo que tenía que poner un esfuerzo extra. Así logró medallas y campeonatos. La mentalidad de crecimiento y el esfuerzo puesto en el día a día siempre estuvo un nivel pocas veces visto, incluso entre los deportistas de élite.
Esta mentalidad de dar siempre lo máximo lo llevó ser el segundo tenista de la historia con más victorias (1251) y el cuarto mejor rendimiento: tuvo un 81,97% de victorias en su carrera. Son números que impresionarían al más escéptico.
Escuchar más a tu propio cuerpo que a las opiniones ajenas
Cuando el tenista de Basilea en 2016 no quiso jugar ni los Juegos Olímpicos ni Roland Garros, muchos pensaron que era el final de su carrera. No podían estar más errados. Meses más tarde arrasó en Australia y demostró que todavía le quedaba mucho por dar.
Por aquel entonces tenía 36 años y ya había aprendido a no volver a las canchas antes de estar 100% recuperado de las lesiones. Además, en entrevistas que dio por aquella época reveló tener un plan dietario muy cuidado y adaptado a su edad.
Eso sí, aprendió a cuidar su tiempo pero jamás puso demasiada atención a las voces que decían que había llegado su hora de retirarse. Extendió su carrera hasta los 41 años, una edad asombrosa para un tenista.
Una lesión de rodilla fue la estocada final. En su despedida en 2022 demostró que había cosechado no solamente victorias impresionantes, sino también la admiración de todo tipo de figuras internacionales por su actitud magnífica y caballerosa.