Hasta hace no mucho, el tenis se jugaba mayoritariamente en la red, con grandes sacadores que dominaban a la perfección este estilo de saque-volea. En la actualidad ha ido decayendo en picado, aunque se mantiene, con algunos cañoneros como Karlovic. Os presentamos a Maxime Cressy un estadounidense que desea seguir los pasos de los grandes sacadores.
Un grandísimo servicio, y un gran juego en la red
A principios de 2019, comenzó a sonar por el circuito Challenger el nombre de un jugador alto, y espigado. De más de dos metros de estatura, con un potente servicio y un grandísimo juego en la red. Se llamaba Maxime Cressy. Empezó a sonar y a ser conocido en el circuito por su gran servicio, así como una gran volea, y esa gran habilidad para cerrar los puntos en la red.
Además de su gran primer y segundo servicio (el cual es muy potente también), tiene un rápido juego en la red. No duda en subir a la red en cuanto tiene ocasión para cerrar los puntos. Su revés es su punto débil. En ocasiones utiliza el revés cortado. Por su estilo de juego, donde mejores resultados ha sacado es en pistas rápidas, en concreto en indoor. Se mueve sobre todo por Estados Unidos, donde ha cosechado la mayoría de sus éxitos. En tierra, por contra sufre algo más, pero su estilo de saque-volea le permite cerrar los puntos rápidamente, aunque aquí es donde se ven sus carencias de fondo, las cuales son bastante notables, aunque suele buscar constantemente la red, y eso le hace perder los puntos en ocasiones por ir tan rápido a cerrarlos.
Un 2019 de constatación en el circuito Challenger, y un 2020 de confirmación
El 2019 arrancaba de manera muy interesante para el joven estadounidense, con un título en el Challenger de Columbus en dobles, junto al portugués Saraiva, demostrando su buena habilidad en dobles, donde es necesario el buen juego en la red, cosa que tiene. Pero eso sólo sería el comienzo. A principios de febrero, ganaría su primer Challenger, en Cleveland. Sobre pista indoor, la superficie que mejor se adapta a su juego. Fue derrotando rivales, hasta llegar a la final, donde derrotaría a Torpegaard en un partido de infarto, teniendo que remontar un set adverso.
Luego vendría una época en la que no jugaría tantos partidos, desde febrero hasta junio, donde reaparecería en un Challenger en Little Rock. Poco después, ganaría un Future, lo cual le serviría para coger confianza. Luego, haría buenas actuaciones, alcanzando los cuartos de final en Binghampton y en Tiburón. A finales de temporada, volvería a su superficie favorita, indoor. Allí alcanzaría la final en Eckental, derrotando a rivales como Vesely o Hanfmann, cayendo en la final ante el experimentado Lukas Lacko, pero demostrando que en pista indoor se mueve como pez en el agua, gracias a su buen saque y su buena volea. En ese mismo torneo, ganaría el título de dobles junto al experimentado Cerretani.
El 2020 frena su progresión
Pero 2020 llegaba y lo hacía con ilusiones renovadas. Tras un inicio algo dubitativo, llegaría su primer título del año, el Challenger de Drummondville, demostrando lo cómodo que se siente en esta superficie. Acto seguido, llegaría a otra final, donde sería derrotado ante el rival al que había vencido la semana anterior, el francés Arthur Rinderknech.
El coronavirus ha parado la actividad, pero el gigante de más de dos metros de altura volverá. Y volverá más fuerte de lo que se fue. Estados Unidos busca un referente que supla a Isner en estilo, y lo ha encontrado, primero con Opelka, y ahora con un felino en la red, como es Maxime Cressy. Veremos que depara el futuro, pero a buen seguro que oiremos su nombre en un futuro cercano. Y eso es lo que esperamos, además de sus gritos de alto tono cuando gana un partido o un título importante. Larga vida al saque-volea.