Tras largos años de ausencia, el tenis chileno retorna al primer plano del mundial de la mano de Nicolás Jarry y de una camada de jóvenes tenistas que vienen abriendo camino. Entre esas promesas podemos contar con el resurgimiento de Christian Garin y de Tomás Barrios Vera.
El tenis es uno de los deportes más populares de Chile, a lo largo de su historia siempre contó con destacados tenistas. Solo para hacer referencias de las últimas décadas, podemos citar a Jaime Fillol o Patricio Cornejo brillando en la década del 70, alcanzando la final de la Copa Davis en 1976, o Hans Gildemeister y Belus Prajoux en los 80. En la década del 90 surge su máxima estrella, Marcelo Ríos quien alcanzó el puesto máximo en el escalafón mundial en 1998. En la primera década del nuevo milenio brillaron Fernando González y Nicolás Massú, Feña alcanzó el quinto lugar del ranking mundial, Massú alcanzó la novena colocación. González y Massú ganaron la medalla dorada en tenis dobles en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, convirtiéndose en los ganadores de la primera medalla dorada de la historia Olímpica de Chile.
Pero con la llegada de la nueva década, y los retiros de Fernando González y Nicolás Massu, el tenis chileno tuvo una gran caída. No surgieron nuevos tenistas para el recambio, así se quedaron sin protagonismo en los torneos ATP.
En 2013 dos nuevas promesas juveniles Christian Garin y Nicolás Jarry encendieron las esperanzas del tenis chileno. Garin ganó el Roland Garros Junior y junto a Jarry alcanzaron la final de Dobles del mismo torneo. Tanto Christian como Nico alcanzaron el Top-10 de la categoría Junior en esa temporada.
Pasaron los años y parecía que como sucedió en muchos otros casos, iban a quedarse en solo esperanzas. Sus rendimientos irregulares, sumados a algunos problemas físicos impidieron sus crecimientos.
Pero al final de la temporada pasada resurgió Jarry, ganó tres torneos Challenger y terminó el año metiéndose en el Top-100. Después de muchos años Chile volvía a tener un representante entre los 100 mejores del mundo. Para la gran alegría de la alicaída afición chilena, la gran evolución de Nico continúa en el 2018. Respaldado por un servicio poderoso, y una contundente derecha alcanzó los cuartos de final en el ATP de Quito, las semifinales en Río de Janeiro y la final en Sao Paulo, lo llevaron hasta el puesto 61 del escalafón mundial, con grandes expectativas de seguir subiendo en la temporada europea sobre polvo de ladrillo.
Además, Christian Garin también tuvo un buen arranque de temporada, fue semifinalista en el Challenger de New Beach y finalista en Morelos que lo acercan nuevamente al top-200. Claro que es muy prematuro para sacar conclusiones, pero si sigue en esta tendencia ganadora estamos ante un futuro muy alentador. Es un jugador muy talentoso, pero muy inestable. Si logra mantener su cabeza en orden podría volver a ser aquel gran tenista juvenil, su equipo técnico está trabajando mucho en este aspecto. Recién tiene 21 años, todo un futuro por delante.
La otra gran esperanza chilena es Marcelo Tomás Barrios Vera. Alcanzó el quinto lugar entre los Junior en 2015, con solo 16 años logró su primer punto ATP, alcanzó el Top 400 con 18 años. Su rendimiento cayó notablemente en 2017 bajando hasta el puesto 700. Pero arrancó muy bien el 2018, obtuvo un título Future en los Estados Unidos y alcanzó dos finales en Grecia, que lo devuelven nuevamente muy cerca del top-400. Con solo 20 años, se espera que pueda afirmarse entre los Challenger y seguir su crecimiento para alcanzar un lugar entre los mejores.
De las últimas camadas hay que mencionar Nicolás Acevedo, en su primer año como profesional, a Sebastián Welch de la camada del 2000 o a Daniel Núñez del 2001.
En Doble, Chile está muy bien representado con Julio Peralta en el puesto número 30 y Hans Podlipnik Castillo que ascendió hasta el puesto 46 del escalafón mundial, con buenas perspectivas de seguir subiendo.
Claro que esta caída del tenis chileno no es casual, sus dirigentes hicieron muy poco por mantenerlo en la cima. Chile contaba con el tradicional Abierto de Chile, que en los últimos años se lo conoció como ATP de Viña del Mar. Este tradicional torneo que se empezó a jugar en 1976, se jugó por última vez en 2014.
A nivel Future también cayó notablemente. En la década pasada y comienzos de ésta Chile ofrecía una decena de torneos a los largo de todo su territorio, el año pasado la Federación Chilena solo organizó tres torneos, en los últimos días del año. Sin dudas esto dificulta enormemente el desarrollo de los nuevos jugadores y el entusiasmo de los jóvenes a volcarse al tenis.