Pádel

La gema del tiempo

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Belasteguín continúa haciendo historia. Foto: Asociación pádel argentino

Existe un enemigo común para todos los seres humanos ante el que nadie es capaz de aguantar el pulso, y no es otro que el paso del tiempo. Este villano nunca se detiene y se encarga de recordarte que nada está ahí para siempre, ni siquiera lo que un día fuiste. Y es que todos perdemos gran parte de lo que un día fuimos por culpa del tiempo. Aunque puede que no todos.

Veinte años han pasado desde la primera participación de Fernando Belasteguín en una copa del mundo, y ha terminado como tantas otras veces a lo largo de su carrera, con la ineludible victoria del rey. La selección argentina sumó su decimoprimera corona como campeona del mundo. Quién sabe si en su último mundial, lo que se pudo ver es que Bela sigue siendo capaz de aguantarle el envite a cualquiera por muy bien que esté jugando. En esta ocasión, su rival en el cruzado fue “Momo”, quien practicó durante todo el partido un padel de campanillas que le vale para confirmar que ya está para dar mucha guerra en la élite del circuito. Tal fue su partido que en algunos momentos la pareja argentina prefería esquivarle y cargar el juego en Alex, quien cuajó otro gran partido especialmente en el remate.

El valor de la experiencia

Un primer set igualado y con alternativas (tuvo cinco rupturas) se acabó rompiendo con 4-5 en el marcador. Los argentinos hicieron valer su experiencia y su temple para llevarse la primera manga. Incluso cuando España empezó con break el segundo set y amenazaba con romper el partido, Sanyo y Belasteguín volvieron a coger las riendas del partido que dictaminaba al vencedor de esta copa del mundo. En ese momento la sensación era de igualdad, pero también de que la veterana pareja argentina controlaba el tempo y el pulso del partido, eso que no aparece en las estadísticas pero que tan importante es en este deporte.

Sin embargo, la pareja española no iba a cejar en su empeño, y en un mundial el deseo es un motor que te suele llevar lejos. Tan lejos que pudieron cerrar la manga al servir con 5-4, pero de nuevo el buen criterio argentino y las mil y un batallas vividas por ambos jugaron en su favor e igualaron. ¿Iba a ceder aquí España? Los malagueños no estaban por la labor y volvieron a romper, y esta vez sí, con su servicio, igualaron la contienda salvando incluso bolas de ruptura. Estaban siendo capaces de aguantar la propuesta argentina de jugar un partido de mucho volumen, sabiendo jugar con calma y paciencia. Momo estaba jugando con mucho sentido e inteligencia en cada golpe, haciendo gala de una madurez impresionante para alguien de su edad y poca experiencia, y así pudieron llevar el partido al tercero. Las espadas por todo lo alto.

Todo se decide en el tercero

Como debe ser en una copa del mundo, todo iba a decidirse en una última y fatídica  manga. Los cuatro jugadores eran capaces de mantener los nervios a raya y sacaban sus primeros servicios adelante. Argentina amagó con romper dos veces en el cuarto set, pero España supo salir airosa sacando al revés de Belasteguín y atacando Alex rápido con el remate. Funcionó ambas veces. Los cuatro jugadores nos regalaban un partidazo. Mención de nuevo para Momo que era capaz de defender pelotas inverosímiles, barriendo de una esquina a otra de la pista. Fue un máster en el arte de la recuperación y la defensa.

Con 3-4 en el marcador apareció Daniel Gutiérrez. Con razón Belasteguín dijo al finalizar que Sanyo había jugado un partidazo. Sacó su víbora a relucir al final de un partido tan tenso, sin que esta perdiera precisión ni picante a esas alturas de partido. Consiguieron hacer el break, y ahora servían para ganar. Momo empezó a defender lo indefendible y España se agarraba al juego. Gozaron de una pelota de break, pero el botín estaba demasiado cerca de dos jugadores que han besado varias veces las mieles de la victoria como para saber cuándo está tan cerca no hay que dejarla escapar. Sanyo volvió a apretar y el partido llegó a su fin. Ahí estaba el Mundial para Argentina, una vez más, vengando la derrota del año pasado.

Sin ponerse muros

Fernando Belasteguín, feliz y emocionado al acabar el partido, contaba que no sabía si era su última copa del mundo y que no le queda mucho. A sus 43 años, no lo parece. Belasteguín ha decidido que le va a aguantar el pulso al paso del tiempo y no parece que vaya a ceder. Sin importar quién tenga enfrente es capaz de competir y ganar torneos al máximo nivel. Sabemos que un día llegará el final, que nada ni nadie es eterno, pero Bela tiene en su poder la gema del tiempo y por el momento sigue siendo inevitable

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