La rumana ganó su primer Grand Slam al vencer en la final de Roland Garros a Sloane Stephens (3-6, 6-4, 6-1). A la cuarta fue la vencida para Halep que tras perder sus tres primeras finales en Grand Slam consiguió el sueño de levantar un Grande. Además llegará a Wimbledon como número uno.
El sábado se disputó la final femenina que ponía punto y final al cuadro femenino. Sobre la pista Simona Halep y Sloane Stephens. Un partido por todo lo alto entre las dos jugadores que mejor nivel habían demostrado durante las dos semanas. La americana ya sabía lo que era ganar un Grand Slam, mientras que la rumana había disputado tres y en ninguna de llenas consiguió hacerse con el título.
Halep empezó tensa jugando demasiado a la defensiva. No se encontraba cómoda en el encuentro y su rival lo supo aprovechar para empezar mandando. En el cuarto juego llegó el único break de la primera manga para Stephens que se llevó el primer parcial. De nuevo la número uno estaba a solo seis juegos de perder otra final de un Major. Pero si las cosas ya iban mal, empeoraron al inicio de la segunda manga con una rotura en el primer juego que ponía el 0-2 en el marcador. Aquí despertó la primera jugadora del ranking WTA. Cuando peor pintaban las cosas sacó su mejor versión fallando pocos golpes y empezando a dominar los intercambios con muchos peloteos.
Desde el 0-2 Halep consiguió tres roturas siguiendo la tónica de todo el torneo, encontrándose muy cómoda al resto. Tras muchos esfuerzo y trabajo conseguía igualar el partido. La final femenina se iba a decidir en la manga definitiva. Hasta el momento cada una había sido mejor en un parcial, pero llegaba la hora de la verdad y solo una de ellas podía salir vencedora de Roland Garros.
Halep tocó la gloria
La confianza de Halep tras dar la vuelta al partido cuando peor pintaban las cosas hicieron cambiar el rumbo del partido. La rumana dominaba todos los puntos. Stephens poco o nada podía hacer ante la mejor versión de la número uno. Un parcial de 5-0 ponía todo de cara para que la de Constanza levantara su primer título de Grand Slam en Roland Garros, el torneo en el que había perdido las dos primera finales de esta categoría. Al final tras mucho esfuerzo consiguió el ansiado título que le elevan a entrar en la historia del tenis femenino, en gran parte, gracias a Darren Cahill, en entrenador que llevó a tres jugadoras al número uno de la clasificación.
