Roger Federer ha vuelto a sus mejores números en la temporada 2017 gracias a la nueva estrategia que ha seguido con su equipo técnico. El suizo sólo ha cedido cinco derrotas en toda la campaña. Además ha sumado siete títulos, tres Masters 1000 y dos Grand Slam. Analizamos a que se debe este éxito.
Muchos consideran a Federer como el mejor tenista de todos los tiempos. El helvético es leyenda viva de este deporte y cuando muchos le daban por retirado ha vuelto a dejar claro que es capaz de volver a reinar. Junto a Rafa Nadal ha sido la gran alegría de este 2017, ya que ambos han vuelto a lo más alto del ranking. Además entre los dos han sumado trece títulos, recordando a la época dorada que español y suizo marcaron en este deporte.
El helvético es un mago con la raqueta. El número dos del mundo es puro talento, ejecuta los golpes a la perfección. En los últimos años se había quedado estancando en el circuito, sumando poco trofeos y con un juego que para nada efectivo. En 2017 con la ayuda de Ivan Ljubicic trazaron el plan perfecto para recuperar ese nivel que le hace temible ante sus rivales.
Federer omitió la gira de arcilla
¿Cuáles son las superficies favoritas de Roger? Sin ninguna duda la pista dura y el césped. En primer lugar, decidieron eliminar torneos de la planificación, que a priori se consideraban menos importantes. Por ello centraron todas las miradas, en los Masters 1000 y los Grand Slam. Empezó el año directamente en el Open de Australia, torneo en el que consiguió la primera gran victoria sobre Rafa Nadal. Posteriormente vendrían otras tres victorias, que dejaron el historial del año con un 4-0 a favor del suizo.
Roger acabó el año sin jugar ni un partido sobre tierra batida. En clay, el suizo nunca se sintió cómodo, además de que los partidos son más largos y las extremidades sufren más. Decidió no gastar energías sobre arcilla, para llegar mejor físicamente al tramo de mitad y final de temporada. De esta forma sacó ventaja a sus adversarios como Nadal, llegando a las grandes citas en mejores condiciones. Apenas alguna molestia a final de temporada, que le hicieron reservarse para el Torneo de Maestros.
Un estilo más agresivo y directo
La calidad que atesora Federer no está al alcance de ningún jugador. En su primer gran duelo contra Nadal ya vimos que Roger había decidido cambiar la táctica que usaba contra su mayor rival. Nadal le obligaba a jugar largos peloteos, tirando muchas bolas con altura sobre su revés que mantenían al suizo por detrás de la línea de fondo. Esta campaña la consigna estaba clara, Federer debía acortar los puntos y llevar la iniciativa de los puntos.

Todo salió a la perfección. Puntos cortos, que le hacían sufrir a sus rivales, mientras que Federer se sentía cómodo. El de Basilea tiene un excelente servicio, difícil de romper. Por ello con un break normalmente le es suficiente para ganar el set. Federer esperaba su oportunidad, buscando los segundos servicios de su contrincante, para meterse dentro de la pista y jugar de manera directa.
Con esta estrategia ha conseguido sumar 52 victorias y sólo 5 derrotas. Quizás el único punto negativo, fue la derrota de las Nitto ATP Finals que le privaron de sumar su séptimo título. Federer ha callado bocas demostrando que ha vuelto a su mejor nivel. Cerca estuvo de acabar el año como número uno del ranking.
Un cambio de planificación jugando menos torneos. Un juego más directo y agresivo. Estas dos claves han vuelto a elevar a Federer a la cúspide del tenis. ¿Podrá igualar los resultados en 2018? Es toda una incógnita, ya que los años pesan, pero su calidad le permite seguir haciendo historia.