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La experiencia es algo que indudablemente se adquiere con los años. Roger Federer es un fiel ejemplo de ello. A pesar de su longevidad en el circuito, el suizo ha aprendido de sus errores del pasado para no volver a cometerlos. Su Majestad no jugará el Masters 1000 de Canadá, certamen al que llegó a la final la temporada pasada, e irá directamente al torneo de maestros de Cincinnati. Así preparará el US Open, una nueva oportunidad de seguir escribiendo su legado en los torneos de Grand Slam, donde no alcanza la final desde el 2015.
Roger tuvo que ir aprendiendo a la mala que el talento no caduca, pero el físico sí. El año pasado, las ambiciones de Federer eran claras: los dos Masters 1000 previos al US Open y el último Grand Slam del año; esos eran sus objetivos, pues estaba inscrito en las tres listas. Sin embargo, los problemas físicos empezaron a aparecer en Montreal, y la evidencia principal estuvo en la final que perdió ante Alexander Zverev. Las mismas complicaciones lo obligaron a renunciar a Cincinnati para tratar de llegar lo mejor posible a Nueva York. Tampoco ocurrió lo ideal, pues varios partidos a cinco sets fueron empeorando su resistencia, y eventualmente cedió ante Juan Martín Del Potro.
Esta vez, el ex número uno del mundo ha tomado una decisión diferente, que se ajusta a lo que le ha dado resultados. El suizo busca algún torneo previo al Grand Slam que va a disputar, ya sea una exhibición en Australia o el siempre recurrente ATP 500 de Halle en la gira de hierba. En el 2017, Roger tuvo un largo Wimbledon, por lo que el tiempo de recuperación de cara a la segunda gira de canchas duras fue menor al que tendrá esta campaña. Debido a su pronta eliminación y a su decisión por no jugar en Canadá, podrá contar con un mayor descanso, pero aún podrá acceder a ese torneo previo que siempre necesita para no perder el ritmo.

En el horizonte está otro Grand Slam
Sea cual sea su resultado en Cincinnati, además de llegar descansado a dicho Masters 1000, Roger tendrá otra semana de descanso antes de que inicie el US Open. Una forma física mejor a la del año pasado podría ayudarlo a recortar sus partidos, para no tener que llegar al quinto set y poder guardar energías. Para las condiciones del suizo, no hay una planeación mejor que la que acaba de oficializar.
La única manera de que la leyenda siga viva en el circuito es esa: dosificación. Roger ha sabido asumirlo y por ello cuida lo más dañado que tiene hasta el momento, su físico. El cuerpo del suizo ha demostrado que necesita reposo, pues su talento es a prueba del tiempo. Si bien el espectáculo sufre con la ausencia de Su Majestad en varios torneos, perdería aún más si éste tuviera que decir adiós de una vez por todas. Que a Federer se le vea cada vez menos en las pistas no es otra cosa que un mal necesario; es el precio que hay que pagar para seguir viéndole año con año.