La foto del belga David Goffin de vacaciones con miembros del equipo francés de la Davis no creo que deba sorprender. La competición deportiva nunca tiene que estar por encima de las relaciones personales. Los tenistas, además de parecer de otra pasta y de ser competitivos, son personas. Nunca olvidemos esto.
Ver a David Goffin con jugadores franceses de fiesta me parece algo normal. Es más, creo que hay que celebrar que se vean imágenes así. Parece que mola promover la competitividad y no concederle ni agua al rival. A mí me gusta ver que las personas, más allá de lo que defiendan y lo que tengan en juego, se lleven bien.
Además, no son personas cualquiera las que aparecen en la foto. Pouille, Tsonga, Goffin y Pierre-Hugues Herbert son amigos desde hace tiempo. Creo que es muy positivo que ni siquiera tras haberse enfrentado por la Copa Davis, su amistad se deteriore.
Goffin debe tener la conciencia tranquila con esta situación. Él hizo todo lo que pudo en la final de la copa mundial del tenis. Ganó los dos partidos que jugó, después de haber alcanzado la semana anterior la final de la Copa Masters. No se le puede reprochar nada al belga.
Un ejemplo para tomar nota
Esta foto tiene que servir de ejemplo. En los tiempos actuales del odio y las trincheras, todavía hay gente que promueve la cordialidad. El deporte también es reunirse con el contrario y celebrar con él. La situación no es para rasgarse las vestiduras, sino todo lo contrario. Se debe enmarcar como referente para todos. Y que dure.